Porque a veces una sencilla palabra puede devolverle el color a la vida de alguien que todo lo ve gris.
“Quiero besar tus miedos, y las cicatrices que dejaron, hasta despertar tu alma dormida que nunca pudo encontrar la calma…
Quiero despertar del coma a tus sentidos, que huelas la libertad, toques las rosas sin temor a sus espinas y sientas ese frío que enrojecía tu nariz, cuando todo estaba helado y el calor solo lo daba tu sonrisa…
Quiero tenerte como ayer con vida en tu pecho y alegría en tus besos.
Con sangre en tus venas y bellos deseos…
¿Qué puedo hacer para despertar ese alma herida, que desgarrada sigue en silencio…sigue dormida?
Quiero sacudir ese dolor y que así revivas…
¿Qué hago con las ganas de verte andar un día, con tu pelo moviéndose al compás del viento, la sonrisa eterna y el alma viva?
¿Cómo saber qué sientes si sigues dormida?
Necesito saberlo, ¡querida mía! Quiero tomar tu mano y correr por el Inframundo, donde no exista el tiempo ni esos momentos que adormecieron tus sentidos…
Dame la respuesta a tan desesperado pedido. Déjame escuchar tu voz, compartir el nido, nadar en tu infinito dolor y salir contigo…
Que la vida no es fácil, pero, por favor, no sigas dormida, despierta que aún hay vida.
Despierta y haz de tu dolor tu mayor poesía“.