“No es un chico normal. No se va a casar, no será amado y no vivirá para siempre. En lo personal, pienso que deberían arrancarle cualquier pedazo de su cuerpo y donarlo a la ciencia”, dice parte de la carta. El chico tiene autismo.
Max Begley tiene 13 años de edad y desde los 2 años fue diagnosticado con un severo autismo. Mamá Karla y Papá James han hecho de su casa un cálido hogar para el adolescente y le permiten visitar a la abuela cuatro veces a la semana. Una vez que Max estaba jugando a rebotar la pelota en el patio trasero, la familia recibió una carta que debe ser la peor pesadilla para un padre.
Estaba escrita a computadora y estaba llena de frases que lastimaban el corazón del matrimonio.
La carta describía de una manera horrorosa a Max y decía que debían sacrificarlo porque los constantes ruidos que hace con la boca, son muy molestos para las demás personas. La firmaba una mamá enojada.
El corazón de la familia se hizo pedazos cuando recibieron la carta anónima y están averiguando quién pudo haberles enviado una carta tan agresiva.
Mamá Karla padece esclerosis múltiple y necesitan del invaluable apoyo de la abuela. Sin embargo, cuando recibieron la carta en el vecindario, una pena invadió a la familia. Conforme iban leyendo la carta, más cortante eran las palabras que habían plasmado.
En la carta decía que Max debía ser trasladado a un remolque en medio del bosque porque es un animal salvaje. Y que debían sacrificarlo y donar su cuerpo a la ciencia.
“¿Quién diablos va a cuidar de él? Ninguna persona querrá ser contratada para hacerlo. No es un chico normal. No se va a casar, no será amado y no vivirá para siempre. En lo personal, pienso que deberían arrancarle cualquier pedazo de su cuerpo y donarlo a la ciencia. ¿Qué otra cosa buena se puede sacar de él? Hagan lo correcto y aplíquenle la eutanasia. Si lo hacen, todos estaríamos en mejor situación”.