Si te acercas podrás notar la fuerza y potencia que tienen sus figuras
Si te acercas podrás notar la fuerza y potencia que tienen sus figuras
¿Cuántas veces has visitado parques o museos, y has descubierto esculturas que son tan perfectas que causan emociones? Obras de arte que llegan a ser tan impresionantes que uno llega a pensar que es casi imposible construirlas, pero siempre hay un artista que sobresale por todos los demás.
Esta es la historia de un hombre que no tiene miedo a desafiar la gravedad: crea monumentos de hombres y mujeres que flotan por los cielos. Sus ropas se ven como si volaran por el viento y en sus manos se refleja la fuerza que tienen.
Este italiano vivió mucho tiempo en EE.UU porque es el quinto hijo del conocido actor de Hollywood Anthony Quinn, pero actualmente reside desde hace años en la hermosa España. Aunque hoy ese sea el lugar de su hogar, expandió su arte cuando era adolescente y estudiaba Arte en la Universidad de Nueva York. Ahí fue donde descubrió su verdadera pasión: que no era la pintura, sino las esculturas.
Desde entonces pareciera que nada lo detiene, sus creaciones además de ser fantásticas por sus singulares formas, son inspiradas en escultores antiguos como Miguel Ángel, Bernini y Rodin. Gracias a su impresionante técnica que le da fuerza a los cuerpos, ha tenido la oportunidad de mostrar sus trabajos en distintos lugares del mundo.
Él siempre quiso esculpir partes del cuerpo humano que sean consideradas “muy difíciles” porque considera que esa técnica es muy “desafiante”.
Explicó Lorenzo en una entrevista de la galería Halcyon.
Para Quinn “la mano afirma mucho poder – el poder del amor, del odio, para crear o destruir”. Por eso todas sus obras de arte muestran con líneas perfectas las acciones de sus personajes: algunos afirman una esfera o simplemente se agarran de otra escultura. Esta es una forma impresionante de hacer que las personas se acerquen y se maravillen con lo que ven sus ojos, no todos los días uno se encuentra con estatuas que traspasan los límites de la realidad.
¡Nunca pensé que el metal pudiese ser tan perfecto!