El de Matrix me hizo pensar muchas cosas.
Al ver una película es muy complicado imaginar que detrás de esas dos horas hay meses de grabación, horas y horas de trabajo incesante para producir algo que tu consumirás en tan poco tiempo y que cuesta concebir como algo que no es tan mágico y real como lo vemos en la pantalla.
Porque cuando miramos una cinta no pensamos en pantallas verdes, cables, frazadas y cámaras, sino que simplemente nos sumergimos en la realidad que nos entrega la narración y nos comprometemos fielmente a creer todo lo que la narración nos está entregando.
Por eso en ocasiones es interesante ver cómo fue ese detrás de cámara, qué hacían los actores, director y artistas entre grabaciones o mientras preparaban una nueva escena, verlos no como los personajes que recordamos, sino que como trabajadores comunes y corrientes.