En su interior había desde una cuchara de madera, con una inscripción indescifrable, hasta una tiara.
Los tesoros generalmente aparecen unos buenos años después de ser guardados. No hablamos de piratas ni cazarrecompensas, sino que tesoros más realistas. Ese cofre que guardaba el abuelo, en tiempos donde todo se conservaba directamente, bajo siete llaves. Algo así ocurrió con el protagonista de esta historia, pero lo que lo hace todavía más interesante es que su bisabuelo era un verdadero malhechor.
Hace 100 años era un ladrón de bancos, que terminó sus días en una prisión y con un cáncer terminal. Las misteriosas cajas pasaron de mano en mano hasta llegar a su bisnieto, quien las abrió y documentó el proceso con fotografías.
Lo que allí había fue lo último que tuvo su bisabuelo.
Recientemente han publicado las imágenes y explicado todo lo que ocurre con ellas. Se trata de dos piezas de madera que pasaron de mano en mano hasta ser abiertas al “público”.
John Bunion Knight era un ladrón de bancos de hace unos 100 años. Pasó por miles de cosas, que su bisnieto relata a través de Imgur
Historia de trasfondo: Mi bisabuelo, John Bunion Knight (1877-?) estuvo en la prisión de Leavenworth la mayor parte de su vida. La historia familiar dice que era un ladrón de bancos y la última vez que su hijo (mi abuelo) lo vio fue cuando era niño y había un montón de dinero en efectivo y armas en la cama.
Luego, su esposa dijo a toda la familia que JBK había muerto. Muchos años después, mi abuelo ya tenía un hijo pequeño (mi padre) y estaban en casa cuando sonó el teléfono y les dijeron que el hombre que pensaban que llevaba décadas muerto se encontraba vivo en la prisión de Leavenworth, pero tenía cáncer terminal y le iban a dejar salir.
Relató el usuario Jellybeanjelly.
Al parecer las cajas fueron hechas por John mientras estaba en la prisión. El diseño, estilo y calidad eran bastante buenas.
Durante el 2019, un tío de quien cuenta la historia lamentablemente fallece. Las cajas son encontradas por su esposa, quien se las termina dando a los padres del joven.
El hombre tenía dos hijos: Beatrice y el abuelo del relator. Ambos eran muy queridos, por lo que sin dudas allí habría algo de o para ellos.
Para fortuna de la familia, las cajas estaban relativamente bien conservadas, pues alguien las envolvió en plásticos al ver que se deterioraban.
Nadie sabía lo que había adentro.
Lo primero que hallaron fue una cuchara de madera.
En ella había una inscripción grabada que nadie puso descifrar. ¿Será alguna fecha? ¿Una clave? ¿Un código?
Enseguida apareció una tiara. Todos quedaron sorprendidos pensando que quizás serían diamantes reales, pero según explica el joven, “viendo su calidad (y el hecho de que todas sus posesiones estaban en la cárcel con él), esta debe haber sido una tiara decorativa de Beatrice que guardó como recuerdo”.
También aparecieron otras cosas como una figura de porcelana que, según averiguaron, no poseía ningún valor monetario.
La otra caja estaba más deteriorada y en su interior contenía un espejo con dos fotografías de sus hijos.
Su diseño único y especial las hace misteriosas y, claro, muy valiosas para su familia. Se trata de algo hecho por su antepasado, que prácticamente es una obra de arte.