Para Victor Küppers, quien es un divulgador y referente de la psicología positiva, una de las diferencias está en que una es don y la otra es una elección.
Constantemente se motiva a los niños a ser más estudiosos, a saber lo más posible, a que tengan mejores notas. Y lamentablemente, no es igual a la hora de buscar de que se relacionen de manera virtuosa con sus pares. No hay muchos funcionarios del colegio o individuos entre sus mismos padres y familias, que estén tanto preocupados de que aprendan más, como también de que sean más amables.
Y para el doctor en humanidades y conferencista estrella en cuanto a psicología positiva, Victor Küppers, esto está mal. Debido a que se está premiando excesivamente a la persona que es más inteligente, mientras que a la persona que es más amable se le está ignorando o simplemente, no valorando de la manera adecuada.
Para él, ser amable tiene mucho más mérito que ser inteligente. Debido a que, tener mayor inteligencia es un don, es suerte, explica Küpper. Mientras que ser amable, ser una buena persona y ayudar a los demás, es una elección. Y luchar para ser la mejor persona que uno pueda llegar a ser, es lo que le hace a uno sentir más alegre.
«Hay un culto excesivo a la inteligencia», declaró Küpper, según consigna La Vanguardia. Y esto lo explica con que «un tonto motivado es un peligro», pero ser inteligente y no ser bondadoso, nos conduce a un mundo inmoral, carente de ética y perverso, «donde solo importan los beneficios».
Él señala que el conocimiento y la experiencia son importantes, pero «la clave está en la actitud». Que no se reduce a ser optimista y simpático, sino que también trata de ser alguien luchador, trabajador y por, sobre todo, «bueno». Y entendiéndose este último concepto con respecto a ser una persona honesta, generosa, misericordiosa, y con otras cualidades más.
Por último, para Küpper, «todo el mundo tiene el potencial de ser bueno». Todos pueden sacar lo mejor que llevan dentro. Siendo lo necesario, las ganas y el actuar. Debido a que para él, ser una persona buena sin significarse, sin reivindicar la dignidad de las personas, es egoísta y cobarde.