Lo siento, pero a veces simplemente tienes que hacerlo.
Comer baldes de helado mientras vemos una película de amor y lloramos de principio a fin. Creo que todas recordamos algún momento así (¿o soy la única patética?). Que te rompan el corazón es realmente un momento horrible, pero a veces los papeles se intercambian y las cosas se ponen más difíciles. Cuando eres tú la que quieres poner fin a una relación, pones en riesgo el corazón del otro y digámoslo, hasta tu honor. Ahora entenderás el por qué:
1. Pensaste en inventar mentiras para terminar con él y no hacerlo sufrir tanto… “no eres tú, soy yo” fue la primera en la que pensaste
2. También consideraste la opción de simplemente dejar de llamarlo o contestarle por varios días hasta que entendiera el mensaje, porque te daba miedo verlo llorar en frente tuyo… pero te armaste de valor y fuiste a verlo
3. Y cuando le dijiste que lo dejabas, lo abrazaste mientras lloraba, diciéndole la frase cliché de que conseguiría a alguien mejor que tú… él coincidió contigo, porque dijo que simplemente tú no tenías corazón
¡Pero si estoy tratando de hacer las cosas bien!
4. Le llevaste una caja con todas las cosas que tenías de él, para que entendiera que no había vuelta atrás. La lanzó a la basura.
5. Le dijiste que querías seguir siendo su amiga, porque “es un chico increíble”… pero cuando lo volviste a ver, intentaste saludarlo y te esquivó. Nunca más te habló.
Sí, su mirada lo decía: “eres una p*rra”.
6. Apenas le contaste a tus amigas, te reprocharon lo que hiciste diciendo que estabas loca y que él era el indicado para ti
Como si ellas supieran a la perfección todo lo que sientes y necesitas, ¿no?