Durante semanas, se levantó cada dos horas sólo para alimentar y arropar a su pequeño amigo anaranjado.
El pequeño Artie fue encontrado solo y con apenas unos días de vida en el oeste de Filadelfia. Casi no tenía fuerzas para maullar y no podía sostenerse por sí mismo. Estaba destinado a quedarse ahí y tal vez a no sobrevivir, pero en ese momento sucedió lo mejor que podía pasar.
Alley Cagnazzi trabaja hace algún tiempo en el Equipo de Control y Cuidado de Animales del condado. Un día, luego de que lograra encontrar hogar para cuatro gatos, decidió ir a buscar otro para comenzar a cuidar. Al entrar en la habitación, vio un diminuto felino anaranjado y se enamoró instantáneamente. Era Artie.
Lo primero que Alley hizo fue bañarlo y quitarle las pulgas que tenía. Mientras lo secaba con una toalla, ronroneó por primera vez.
“Era tan joven cuando lo vi por primera vez. Todavía no sabía cómo maullar, pero dejó en claro que amaba ser amado. Después, el ronronearía cada vez que lo pusiera en mis manos”, dijo Alley a Love Meow.
En las semanas siguientes, vivieron una historia de profunda amistad y amor, y eso ayudó a que Artie comenzara a tomar confianza y a jugar con otros animales más grandes que él. “Él corría y se volvía loco y luego se acurrucaba encima de nosotros y se desmayaba”, cuenta Alley.
El joven se dedicó a Artie completamente: durante las semanas que estuvieron juntos, lo tuvo al lado de su cama y se levantó cada dos horas sólo para alimentarlo y mantenerlo cálido. “Fue mucho trabajo duro y agotador, pero valió la pena”, dice.
Al tiempo, Artie comenzó a caminar y a saltar, buscando siempre los brazos de su amigo. Y así pasaron tres meses. Al cabo de ellos, el pequeño gato estaba listo para su nueva aventura: recibió el alta del refugio y se mudó con una nueva familia para siempre.