Fue corto el tiempo juntos, pero valió la pena.
Kingston y Lola son dos perros que a pesar de solo haber compartido cuatro semanas en un albergue, hicieron que cada segundo contara. “Juegan, se acurrucan, son un buen equipo,” cuenta Susan Robelli a The Dodo, quien no sólo es la mamá adoptiva de ambos perros, sino que también voluntaria en el refugio de animales.

Los dos perros llegaron a la vida del otro en el momento indicado. Y quizás, también por la cantidad de tiempo indicado.

Tanto Kingston como Lola tuvieron un comienzo infeliz en sus vidas. En el caso de Kingston, el dalmata de 4 años, había atado a una cadena pesada antes de ser rescatado.
“Uno de los voluntarios del refugio fue a la ciudad de Flint, toca las puertas de casas donde ve que hay un perro atado y les ofrece ayuda,” cuenta Robelli. “La organización educa a estas personas para tener a su perro dentro de la casa, y cuidarlos medica y físicamente”.
Pero a Kingston no lo encontraron en un jardín, si no que en la calle.

“Los rescatistas estaban trabajando, cuando vieron a Kingston corriendo por la calle con una cadena y un candado atados a una rueda. Lo detuvieron, y llevaron al veterinario. Tenía cortes en toda su cara y cuello”.
Mientras, Robelli se quedó con Lola, quien había sido rescatada de un hombre que la compró de una criadero. Desafortunadamente, el hombre mantuvo a Lola dentro de una jaula la mayor parte de su vida.

“Tenía ocho semanas cuando la compró, y nunca tuvo suficiente tiempo para cuidarla o entrenarla, por lo que la mantuvo en una jaula,” dijo Robelli. “Después sus horas de trabajo cambiaron, y comenzó a tenerla dentro de la jaula 24/7. Hacía caca en su jaula, comía en ella — todo. Tenía heridas en sus piernas porque además era muy reducido el espacio, y no socializaba”.
Debido a que estuvo encerrada tanto tiempo, era muy hiperactiva. “No podías calmarla,” cuenta Robelli. “Mientras mas estresada estaba, mas nerviosa se ponía”.

La primera vez que Kingston y Lola se conocieron, fue en la estación local de radio para San Valentín. Un hombre le estaba proponiendo matrimonio a su chica, y pidió que cuatro perros rescatados estuviesen ahí, cada uno con una palabra de la frase “¿Te casarías conmigo?”. Kingston y Lola fueron elegidos para el trabajo.
“Se conocieron y Kingston se enamoró de ella y comenzó a besarla. Lola se mueve mucho así es que era muy impresionante que haya logrado hacer eso”.
Después, Robelli acepto a Kingston en su hogar.

Los perros se reconocieron de inmediato. Se volvieron inseparables. Jugaban juntos, dormían juntos, y comían juntos. Ambos se ayudaban mutuamente, viniendo de lugares donde fueron tratados tan mal.
Robelli esperaba que Lola y Kingston fuesen adoptados juntos, pero luego encontró la perfecta familia para Kingston.

“Lo primero que hizo fue entrar, y saltar al sillón con los niños. Era como ‘sí, aquí es donde quiero estar’. Si conoces a Kingston, sabes que él no es así. Usualmente es muy tímido”.
“Tienen otro perro y un enorme jardín. Creo un lazo especial con el hijo de la pareja y no podía negárselos. Eran perfectos”.

Ahora es Lola quien debe encontrar su hogar. Robelli piensa que tras pasar tanto tiempo con Kingston, no le costará adaptarse a un nuevo hogar.
“He compartido con perros toda mi vida, y nunca había tenido un perro tan entusiasmado por aprender y que fuese tan inteligente. Por ejemplo, Lola aprendió que le gustan los cubos de hielo, y ahora cada vez que camina al refrigerador, revisa si hay. Ve todo y es muy divertida”.
Esperemos que pronto alguien quiera acoger a la divertida Lola.