Maria Zklodowski, más conocida como Marie Curie, nació el 7 de noviembre de 1866 en Varsovia, Polonia. Desde pequeña mostró gran inteligencia y una curiosidad innata por saberlo de todo. Sin embargo, Curie llegó a este mundo en una época y lugar donde lamentablemente no podía formarse de manera libre, por el simple hecho de ser mujer.
Pero Marie tuve el coraje y la energía suficiente, que le sirvió no sólo para asistir a una universidad de manera clandestina, si no para transformarse en un verdadero ícono de la participación de la mujer en el rubro de las ciencias. Gracias a sus investigaciones pioneras sobre radiactividad, se convirtió en la primera mujer en ganar un Premio Nobel y la única en hacerlo en dos especialidades científicas distintas: Física (1903) y Química (1910).
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Reconocimientos que honrar su esfuerzo y perseverancia, y sobre todo, la importancia de sus descubrimientos para la humanidad.
Seguramente te preguntarás cómo lo logró si ni siquiera podía estudiar libremente en su situación… El año 1981, Marie decidió mudarse para buscar nuevos horizontes: estudió Física y Matemáticas en la Universidad de París, graduándose como la número uno y dos de su promoción. En esos años también conoció a Pierre Curie, profesor de física de quien se enamoró y con quien finalmente se casó.
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Lamentablemente, Pierre falleció al poco tiempo, en un accidente con un carro de caballos. A partir de ese momento, Marie se ocupó de sus clases y se convirtió en la primera mujer en impartir docencia universitaria en los más de 600 años de historia de dicha institución.
Fue en 1911 cuando Marie protagonizó un primer gran escándalo: la prensa la denominaba «ladrona de maridos» por haberse involucrado amorosamente con el sabio Paul Langevin, quien era un hombre casado. Cuenta la leyenda que incluso el mismísimo Albert Einstein le habría escrito una carta de apoyo, donde le mostraba su admiración y le decía que no se preocupara de los chismes.
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Lo que sí tenemos claro es que ninguno de los ataques que pudo haber enfrentado, afectaron la admiración del mundo por su aporte al mundo de la ciencia. Marie Curie murió a los 66 años de edad, por una enfermedad derivada aparentemente de la alta radiación a la que estuvo expuesta gran parte de su vida. Un recordatorio más de su dedicación y pasión por la investigación.
