Muchos dan cátedras de cómo mantener perfectas nuestras vidas: todo al margen, solucionado y sin problemas. Hay que equilibrar la vida familiar, amorosa, el trabajo, el cuidado propio… aunque, claro, este último queda un poquito de lado a veces, ¿no? Pues, hay muchas lecciones de cómo hacerlo pero poco sobre algunas de sus consecuencias.
Mi nombre es Cecilia y esta es la historia de cómo un accidente cerebral cambió mi vida para siempre, al igual que la de todos quienes me rodean.
Siempre me he considerado una buena mujer. Alguien creativa, carismática, audaz y con la capacidad de reinventarme. Sí, con bastante esfuerzo y… ¿por qué no decirlo? ¡Talento! Logré tomar la panadería de mis padres y convertirla en un negocio. Pan de Dulce pasó de ser un local pequeñito a una cadena. Y no importa qué digan: sí, son dos sucursales, por ahora, pero son mi gran orgullo.
Gracias a este negocio he podido hacerme cargo de mi familia, la cual es bastante amplia. Tengo tres hijas adolescentes, cada una con un toque especial. Romi y Majo son mellizas, la primera le gusta aparecer en las redes sociales con el sueño de ser una estrella, y la segunda es mucho más tímida, así que a veces hay que darle un empujoncito. También está Elena, quien salió un poco más rebelde que sus hermanas. Sin embargo, no hay duda de que las adoro a las tres.
Pero cuando hablo de hacerme cargo de mi familia, me refiero a mi familia por completo. Mis padres, las mentes maestras detrás de la panadería, también viven conmigo. Don Jaime y Dulce, quienes además me dieron una hermana, Ana, con quien… bueno, aún estamos haciendo las pases para llevarnos un poquito mejor.
Así que no suena tan mal, ¿verdad? Rodeada de gente que me quiere, las cosas deberían funcionar. Sin embargo, parece que mis cercanos se acostumbraron a que yo tenga que estar ahí para siempre y solucionarles la vida. ¿Han escuchado hablar de cuando el amor es reemplazado por la necesidad? Pues, parece que eso es lo que ocurrió en mi vínculo familiar y, definitivamente, me pasó la cuenta.
Un día todo se fue a negro y cuando desperté, estaba en el hospital. El colapso llevó a mi mente a cerrar todo de golpe, algo que preocupó mucho a mi familia. Pero cuando abrí los ojos, no creía lo que estaba viendo. Yo, ahí, con oxígeno en la nariz y un galán en frente que me estaba examinando. Pues, no, no es lo que creen: era mi neurólogo, el Dr. Jiménez, quien me hizo saber lo que había pasado.
Sufrí un derrame cerebral que me haría empezar todo desde cero.
¿Cómo se han ido dando las cosas después de mi accidente? Ha sido toda una sorpresa. Mi familia ha tenido que aprender a desarrollarse sin mí, o más bien, en eso están… intentándolo. Y he tenido que lidiar con más cosas, por ejemplo, mis dos ex maridos. Apareció Adolfo, el primero, padre de Majo, quién además se casó con Mercedes, una antigua amiga (comprenderán porque ya no lo somos). Y también el segundo, Germán, el padre de las mellizas. Un revoltijo del que ahora me hago cargo de otra manera.
Este derrame cerebro vascular se terminó transformando en una oportunidad para mí. Para pensar en mí misma y para que lo demás aprendan a vivir sin mi ayuda. En eso mismo estamos trabajando ahorita junto al Dr. Jiménez, quién les contaba es mi neurólogo y… tal vez algo más. Ya veremos en qué termina todo esto.
¿Te has sentido identificada? Pues conoce más sobre mí, mi historia y mi familia en Cecilia, la nueva producción de Paramount+ que lleva mi nombre y es protagonizada por Mariana Treviño. ¡Acompáñame en este giro que dio mi vida!