Colaboración por Kesly Lameda
Amante del mundo de las letras; quien cree y defiende que no hay mejor manera de hacerse sentir. Blog

Es algo que no va ni siquiera ligado a ser bonita o no.

Yo creo profundamente en la diversidad, para bien. Creo que todos somos mundos por conocer. Pero, en este caso quiero hablar sobre algo que se hace repetido en algunas de nosotras: no se deciden a amarnos. Amar es una decisión. Es cuando tomas la determinación de aceptar y cuidar a alguien por sobre las demás cosas. Implica compromiso y acción; también amor, pero deja a un lado la magia. Y en eso quedamos nosotras, como las magas de amores que no pueden consumarse.

Es algo que no va ni siquiera ligado a ser bonitas o no. Se trata más sobre el ser fuertes e imponentes. Y los hombres por naturaleza le tienen miedo a eso. Porque es mucho más fácil tener una mujer a tu lado que te necesite, que ceda ante los deseos machistas. En cambio, aquella de carácter rudo, que habla con base, que lee y conoce, que sabe lo que quiere, y no necesita que alguien la ayude a lograrlo. A esa, a esa no la aman de la misma forma.

Porque amar a una mujer fuerte y marcada, que sabe dónde pisa y deja huella, requiere valor. Necesita un esfuerzo, con la certeza de que fallar trae consecuencias, sabiendo que puedes perderle. Implica ser mejor cada día, ponerse a su altura, crecer con ella y para ella. Es poder brindarle algo sin ser indispensable. Y lamentablemente, la mayoría de hombres prefieren rendirse.

Aún más triste es darse cuenta que es una mujer así la que te llega a los huesos. Es aquella que hace que tu corazón quiera salirse de tu pecho, que pienses mil veces tus palabras antes de decirlas. Es esa con la que sientes que se encienden fuegos artificiales al besarla, y que tu mano en su cintura es más logro que cualquier título. Es quien te hace salir de tu zona, quien te puede sorprenderte y hacerte sentir lo que no conocías, quien puede llegarte al alma en una sola sonrisa sincera. Pero es esa a quien dejas escapar.

Ser esa mujer a veces pesa. A veces te lleva a la soledad. Pero te da la certeza de amarte a ti misma, y comprender que todo aquello de gran valor, siempre tiene muy pocas ofertas.