Cuando le sonríes al mundo, el mundo te da una sonrisa de vuelta.
Hoy en día la sonrisa es uno de los rasgos que hace diferentes a las personas, y es una de las diferencias más importantes.
Es posible que nuestro nivel de vida y el día a día nos obligue a ser víctimas del estrés y muchas veces vivimos en compañía de la ira también, pero con esto no logramos nada más que ir acabando poco a poco con nuestra energía diaria y nuestra medida de optimismo. En esos momentos de estrés es donde debemos detenernos un momento, analizar las situaciones, hacer preguntas, tener respuestas y sonreír, y si no encontramos un “verdadero” motivo para hacerlo, entonces riámonos de nosotros mismos, que de seguro encontraremos más de un motivo.
Aunque no lo creas, el simple hecho de reír, ya sea una carcajada contagiosa que provoques a todos en el trabajo y que todos rían contigo sin tener idea del porqué, o ya sea una sonrisa mientras caminas por la calle y recibes un par de vuelta de personas que probablemente nunca más vas a ver en tu vida. Pero este simple hecho nos ayuda a combatir situaciones que nos afectan a diario, así como también nos permite demostrar a otros que podemos sonreír y estar agradecidos, porque es importante y porque podemos ayudar y pensar en los demás al hacerlo.
Sonreír se ha convertido también en una forma ideal para conocer personas y para mejorar las relaciones interpersonales, sobre todo la imagen que reflejamos hacia otros, todo radica y empieza contigo, y todo puede empezar con una sonrisa.
Todos los días camino al trabajo por las mismas calles, y recibo un par de sonrisas; Inesita sonríe mientras estira su mano para esperar sus centavos para el pan, Don Alfredo me sonríe sin siquiera saber si lo estoy viendo cuando lo hace (él es ciego), la señora de la esquina que recoge las botellas vacías, no tengo idea de lo que dice, pero siempre grita cosas graciosas, los bomberos, el de la tienda, la del banco, el guardia y el mensajero. Ese recorrido lo hago todos los días con una sonrisa, porque es importante devolverles algo de lo que ellos me dan y aunque sé que sus vidas no son fáciles, me muestran que no necesitan ver, caminar bien, comer todos los días o tener un trabajo estable para regalarme un par de sonrisas todos los días.