La historia de El Hombre Elefante siempre me hace llorar.
Hay muchísimas terribles y dolorosas condiciones físicas en el mundo, pero la elefantiasis es una de las peores. No muchos lo saben, pero no es una enfermedad en sí, sino un síntoma de varias enfermedades. Causa que partes del cuerpo de una persona, incluyendo sus brazos, piernas o incluso sus genitales, crezcan de forma desproporcionada.
La filariasis linfática o elefantiasis trópica es la más común en África y Asia, donde las picaduras de mosquito infectadas causan que aparezcan nematodos filariasis, wuchereria bancrofti o también llamadas: Larvas de filaria. Así es, gusanos.
Las larvas pueden entonces abrirse camino hasta el sistema linfático, donde causan bloqueos que resultan en retención de fluidos e hinchazón masiva de tejidos.
Con antibióticos se puede evitar que las larvas se reproduzcan, pero toma años para que mueran.
No se puede solucionar con cirugía, ya que la hinchazón continuará creciendo hasta que no queden larvas.
La elefantiasis nostra es similar a la filariasis linfática, pero es causada por linfedema crónico en vez de larvas. Esto significa que el sistema linfático no puede drenar los fluidos correctamente, provocando hinchazón excesiva y áreas verrugosas en las piernas o el escroto.
Si no es tratado con antibióticos, compresión y elevación, puede convertirse en una condición extremadamente dolorosa.
Y quizá su forma más famosa es el “síndrome de proteus”, el desorden genético con el que Joseph Merrick, “El Hombre Elefante” vivía.
Su vida fue llevada a la pantalla por el director David Lynch, con actuaciones de John Hurt y Anthony Hopkins.






