Esos juguetes son protagonistas de todos los momentos malos de la infancia.
Creo que cualquier persona en su infancia alguna vez recibió una copia del juguete que más quería. Y podría asegurar que siempre es una pésima copia, indigna de estar en las manos de un niño lleno de esperanzas. Pero son más baratas. Y muchas de esas copias finalmente son juguetes que atesoramos toda la vida, y si no uno mismo, alguien más las considerará objetos preciados dignos de coleccionar.
Aunque ese He-Man sí que está un poco tenebroso.
En otros casos, son lugares que intentaron demasiado ser originales y terminaron, bueno, como la número 18. Todo sea por no pagar derechos de autor.
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