Ayuda a tu hijo a calmarse observando un pegajoso mundo de brillos y formas.
¿Has oído hablar del método Montessori? María Montessori (1870-1952) fue una gran mujer que creó un método novedoso y revolucionario para educar a los niños. Esta educadora, médica, psiquiatra, filósofa y feminista, buscó la forma de sacar a la luz todas las potencialidades de los niños sin recurrir al castigo, sino a través del afecto y del respecto. Así, en un ambiente enriquecido y preparado con la infraestructura y los materiales necesarios, los más pequeños pueden desarrollar sus habilidades en un proceso individual, guiado por profesionales.
Dentro de las ideas de María Montessori, ella desarrolló lo que se conoce como “el frasco de la calma”, una idea revolucionaria para calmar las rabietas de los niños.
Se trata de un simple frasco de plástico que es llenado con agua, pegamento y purpurina. Cuando tu hijo sea atacado por un momento de pena, llanto, estrés o rabia, simplemente puedes pasarle el frasco de la calma para que lo agite y se distraiga con la belleza de sus brillos y sus formas por un rato. Poco a poco, verás cómo el pequeño comienza a calmarse, enfocando su atención en el frasco. Puedes ayudarlo hablándole de forma calmada y con mucho cariño. Aconséjale que respire profundo y tranquilo.
Lo excelente de este tratamiento, es que no solamente sirve para calmar una rabieta particular, sino que funciona a largo plazo. Poco a poco, el niño se irá haciendo más consciente de su respiración; cada vez que se sienta estresado, con miedo o rabia, tomará él mismo el frasco para despejar su mente, vinculando así la reducción de la ansiedad o la angustia con el despejar su mente mediante ejercicios de concentración y respiración. ¡Te sorprenderás al ver cómo funciona y cómo tu hijo terminará adorando al frasco de la calma!
El frasco de la calma funciona de la misma forma en que lo hace el yoga, la meditación o el ejercicio de mirar una vela; técnicas de control de estrés que nos ayudan a todos a despejar nuestra mente.
Sin embargo, debes tener muy claro que el frasco de la calma no es un castigo, al contrario, debes utilizarlo más bien como una terapia, algo que distraerá a tu hijo y lo hará pasar un buen momento, ayudándolo a superar su frustración.
La edad ideal para utilizar el frasco de la calma es desde los dos a los cinco años, recuerda utilizar materiales atractivos, colores brillantes y que el frasco no sea demasiado pesado para sus manos.
Veamos el paso a paso para que aprendas a hacerlo tú mismo:
1. Materiales
Necesitarás: Un frasco de plástico (puede ser de vidrio pero podría quebrarse en las manos de un niño), 1 o 2 cucharadas de pegamento con purpurina, 3 o 4 cucharaditas de purpurina de un lindo color, 1 gota de colorante para comidas, agua caliente, champú para niños transparente y una pistola de silicona.
2. Mezcla todos los materiales dentro del frasco, pero deja un dedo de aire para que haya movimiento
Las diferentes densidades del champú y del pegamento harán que todo se mueva a diferentes velocidades y de diversas formas.
Puedes incluir juguetes pequeños dentro o figuras como estrellas, animales o corazones. También puedes agregar pintura de colores flúor. Asegúrate de que ningún material sea tóxico.
3. Pega la tapa del frasco con una pistola de silicona
Asegúrate de que quede bien firme para que no se vaya a derramar todo.
La idea es que en sus primeros años hagas frascos de la calma sencillos y que, con el tiempo, vayas mezclando colores y formas para llamar nuevamente su atención.
¡Tu hijo los adorará!