“Siento que si hubiera tenido una sirena negra [en su infancia], habría sido una locura, habría cambiado toda mi perspectiva, toda mi vida, mi confianza, mi autoestima”, manifestó la actriz de 23 años.
La infancia es un momento crucial en la formación de nuestra identidad y cómo percibimos el mundo que nos rodea. Durante esos años, las influencias visuales, como películas y programas de televisión, juegan un papel fundamental en la construcción de nuestra visión del mundo y cómo nos vemos a nosotros mismos.
En este sentido, Halle Bailey, conocida por su papel en el dúo musical Chloe x Halle y su rol protagónico en el live-action de La Sirenita, recientemente compartió cómo la representación habría cambiado su vida si hubiera visto a una princesa negra en su infancia.
“Siento que si hubiera tenido una sirena negra, habría sido una locura, habría cambiado toda mi perspectiva, toda mi vida, mi confianza, mi autoestima. ¿Eres capaz de ver a una persona que se parece a ti, cuando eres joven?”, comentó la actriz de 23 años a The Guardian.
“Algunas personas dicen, ‘oh, da lo mismo’, porque lo han tenido toda su vida. No es nada para ellos. Pero es demasiado importante”, agregó, declaración que se suma al creciente debate sobre la importancia de la diversidad e inclusión en los medios de comunicación.
El hecho de que Bailey, una talentosa artista joven, confiese cómo la falta de representación la impactó personalmente, es un testimonio del poder que pueden tener las imágenes y los personajes de la televisión/cine en la vida de las personas.
Esto es especialmente importante para las minorías étnicas y raciales, que históricamente han sido marginadas y subrepresentadas. Ver a alguien que se parezca a ellos asumiendo roles protagonistas no solo les brinda un sentido de pertenencia, sino que también les demuestra que sus sueños y aspiraciones son válidos.
Cuando los niños ven a personas como ellos en posiciones de liderazgo o en historias que tratan sobre sus propias comunidades, se fomenta un sentimiento de orgullo y empoderamiento. La representación se convierte en un catalizador para el cambio social y en una forma de desafiar los estereotipos dañinos.