Por Florencia Lara
7 abril, 2025

“Todos los días yo me levantaba y oraba a Dios», fue lo que hizo Jhonattan Acosta luego de pasar 30 días extraviado en el Amazonas.

Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Y quien sabe mejor esto que Johnnattan Acosta, un hombre de origen boliviano, quien debió sobrevivir más de 30 días en la selva,  utilizando solo los recursos que la naturaleza le daba, logrando mantenerse con vida a pesar de las adversidades.

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Un día común y corriente, Jhonattan Acosta, de 30 años, junto a tres cuatro amigos más decidieron ir de caza por la selva de Baures, una pequeña localidad e Bolivia. Era algo que estaban acostumbrados a hacer, por lo que nunca habían tenido alguna clase de problemas.

En un momento de al tarde, el grupo optó por entretenerse buscando piedras preciosas en bruto, las cales existen en el lugar. Para eso se dividieron y fueron donde forma individual, poniendo un punto de encuentro y una hora fijada, para así luego emprender rumbo a casa.

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Todos llegaron, menos Jhonattan. Pasaron las horas, y las horas, pero nada sucedía. Definitivamente la faz de la tierra se había tragado al joven.

Resulta que, el chico, al buscar piedras se vio desorientado, la noche llegó y ya o supo como volver a casa. Fue en ese instante cuando pensó que su mundo habría acabado.

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Los primeros días, sobrevivió gracias a su escopeta, la cual llevaba para al caza de animales. Fue con aquel instrumento que Jhonattan pudo espantar a cuanto depredador se le cruzó en la  cruda selva. Pero, prontamente comenzó a sentir un hambre mas feroz incluso que las mismos animales que lo amenazaban.

Gusanos e insectos se convirtieron en su dieta. La única manera de conseguir algo de energía fue por los insectos que encontraba y comía de manera cruda. En pocos días, perdió 17 kilogramos y la fe.

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Algo vital para sobrevivir en general, es el agua.  Jhonattan tuvo la fortuna, dentro de la mala suerte, que al momento de perderse, llovió durante 15 días sin parar. Con uno de sus zapatos recolectaba cada día agua que caía del cielo para mantenerse hidratado. El resto de ellos, solo pudo beber de su propia orina para evitar entrar en colapso.

“Todos los días yo me levantaba y oraba a Dios. Mi objetivo era llegar al río porque los diez primeros días tomé mi orina, no lograba conseguir agua ni fruta. Ya miraba negro y creo me había desmayado en dos oportunidades. Comí gusanos, comí insectos, no creerías todo lo que tuve que hacer para sobrevivir todo este tiempo”.

Jhonattan Acosta.

En el día 31 de perdido, cada vez se le acababa la esperanza más rápido. Pero, en aquella jornada, un lugareño supuso ver a Jhonattan. Este hombre, sabía que buscaban a una persona extraviada por el sector. Fue así como como Horacio Acosta, hermano del boliviano perdido, dio con él.

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Jhonattan da gracias al servicio militar y entrenamientos que realizó en su juventud. Cree que sin ellos, hoy no estaría con vida. Hoy tiene una nueva oportunidad.

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