La niña de las fotos se volvió real.
Sylvia Kewer vivía en Virginia, Estados Unidos. Hasta que tuvo 66 años, pensó que era hija única. Pero resulta que su madre, Leona Holmes, tuvo otros cuatro hijos de los cuales Sylvia no supo sino hasta hace muy poco. Y no fue gracias a la consideración de su madre, sino que gracias a uno de sus hermanos y su hija. Sylvia ya se había casado y divorciado dos veces y quería comenzar una vida independiente.
Sus medios hermanos, todos quienes fueron separados y criados lejos uno del otro, creían que ella estaba muerta. Sólo Curtis y Ralph se criaron juntos, y fue Billy, otro hermano, quien nunca dejó de lado la búsqueda.
“Mi hermano chico nunca se rindió, gracias a Dios,” dijo Kewer a ABC. Ella sabía que había sido adoptada pues sus padres, Sophia y Parker Faison, se lo dijeron cuando tenía sólo cuatro años. Y sólo vivían a seis horas de su madre biológica, pero no lo supo hasta muchos años después. “Lo único que pudieron decirme fue que no estaba casada”.
Tuvo una hija llamada Natalie Graves Tucker quien comenzó a investigar su descendencia se enteró que no era hispánica como siempre pensó. Según los resultados del test de ADN, era 72% europea y 28% africana.
Tucker vio en el centro médico que alguien más tenía alta compatibilidad genética con su madre, así que decidió buscarlo.
Cuando se encontraron Sylvia supo que no tenía sólo un hermano, sino que tres hermanos más de los que no sabía.
Billy también había estado gran parte de su vida buscando a su familia biológica, sin embargo sus padres jamás le dijeron que era adoptado y sólo se enteró cuando vio su certificado de nacimiento.
Finalmente todos se reunieron en Abingdon, Virginia, donde los cinco hermanos nacieron. Y no sólo llegaron hermanos, sino que primos y tíos también. Para ellos fue un “milagro”, aunque hayan tenido que esperar 66 años para reconocerse.