¡Lectura obligatoria para cualquier madre! Y te será útil aunque no tengas hijos: quién sabe cuándo tu hermano o primo te preguntará por qué aquel señor es tan gordo… ¡UPS!

Con mi mamá seguimos riéndonos al recordar la clase de cosas que podía preguntarle. Siempre fui muy curiosa y quería entenderlo absolutamente todo, costase lo que costase. Compliqué a mi familia varias veces, y aunque creo haber recibido respuestas que me dejaron tranquila, siempre han admitido que les costó trabajo saber qué decirme. 

A mí eso también me asusta un poco: ¿que haría yo con una hija como yo misma? Y sé que no soy la única. Los niños pequeños tienen una tierna manera de investigar e investigar e investigar…¡pues claro, todo es nuevo para ellos! Sus dudas son muy acertadas, pero a veces su sinceridad e ingenuidad nos pone en situaciones en las que no sabemos si reír, llorar… o simplemente escondernos. 

Es por eso que Bright Side reunió algunos de los mejores consejos al respecto, para mamás, papás, futuros padres e incluso hermanos grandes, abuelos, o el rol que sea.

Lo importante es nunca mentirles, ni ser condescendientes… y menos burlarse de ellos. Y para eso está la ayuda en estas 11 clásicas -y difíciles- preguntas: 

1. ¿De dónde venimos?

Mara Parra/ Upsocl

La clave con los niños es la honestidad. La historia de la cigüeña no es taaaan recomendable. Sí, obviamente, está bien no ahondar en detalles. Lo importante es explicarles que cuando dos personas se quieren mucho, se besan y se abrazan y sus células se unen. Con esas palabras es más fácil explicar que se forma un pequeño bebé que poco a poco va creciendo en el “estómago” de su madre. Cuando los niños ya están más grandes, pueden entender también con los conceptos como esperma y óvulos.


2. ¿Por qué los niños y las niñas son diferentes… “ahí abajo”?

Mara Parra/ Upsocl

¡Uf! Una de las preguntas difíciles, y de las primeras que hacen. (¡Es que por supuesto, son cosas que notan enseguida y a veces de las más graciosas maneras!) Pero hay que tomárselo como ellos, sin extrañarse ni incomodarse. A fin de cuentas ¡es algo tan normal! Lo esencial es explicarles que es algo totalmente natural, y que los hombres y las mujeres son distintos, y gracias a eso más niños pueden nacer. Un niño tiene un pene y dos testículos. Una niña tiene una vagina y un útero. Cuando un hombre y una mujer quieren tener un bebé, lo hacen uniendo estas partes.


3. ¿Me casaré con mi mamá cuando sea grande?

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Jajajaja, una de las más tiernas. En estos casos, no hay que tener miedo a decirles amablemente que no. Hay que explicarles que el amor que sienten por sus padres no es el mismo que sentirán por su pareja. Hay distintas clases de amores y eso se les puede ejemplificar diciéndoles que su hermana jamás se transformará en su papá, y su tío jamás se transformará en su abuelo.


4. ¿Por qué están discutiendo?

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En estos casos es cuando más hay que tener cuidado. Los niños pequeños suelen sentirse culpables por cosas que no entienden, y lo más relevante en este caso es que SIEMPRE tengan claro que no es su culpa. Hay que conversar con ellos sobre las distintas opiniones que pueden tener las personas, sean chicos o adultos. Y dejarles claro que a pesar de no estar de acuerdo siempre, lo importante es respetarse y quererse a pesar de eso.


5. ¿Por qué esa señora es tan gorda?

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¡Ouch! Lo primero: no hacerlos callar. Eso puede hacerlos entender que hay algo mal con la persona a la que están mirando, lo que genera intolerancia. Cuando sea posible, hay que sentarlos y decirles que todos somos distintos. Altos, bajos, gordos, flacos… y que eso está bien. Es importante ahondar en que, algunas veces, las personas pueden lucir de distinta manera por algún problema o enfermedad, y apuntarlos puede simplemente herirlos.


6. ¿A quién quieres más? ¿A mi hermano o a mí?

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¿Quién no compitió por el amor de sus padres? Hasta yo lo hacía -y sigo convencida de que gané-. Ahora, volviendo a la seriedad, eso está mal. Hay que mostrarles que son distintos, pero que el amor por ellos es exactamente igual. El mayor cuidado hay que tenerlo en no compararlos ni poner a uno de ejemplo por sobre el otro.


7. ¿El doctor me hará daño?

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JAMÁS hay que tratar de cobardes a los niños en momentos así. Tampoco reírse al respecto. Lo esencial es decirles que el doctor jamás querrá herirlos, que su trabajo es buscar y eliminar las enfermedades, aunque a veces eso puede doler un poco (claro, no hay que mentirles tampoco). Pero que así mejorarán y volverán a jugar como desean. Es muy bueno también poner algún ejemplo propio, como “¿recuerdas la vez que mamá se sentía mal?”. Sentirá que si tú estás bien, él también lo estará.


8. ¿Voy a morir? ¿Y tú también?

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La muerte puede asustarnos hasta grandes, pero eso no justifica en ningún caso que se les mienta. Los pequeños tienen una inteligencia emocional que a veces no notamos, pero es muy grande y pueden aceptar la verdad. La respuesta es contarles que es algo natural: pasa con las plantas, los animales y las personas. Hay un espacio en el mundo para todos los que nacen y si bien en algún momento morirán, no será pronto. En el caso de los padres, hay que tranquilizarlos explicándoles que se irán cuando sean muy ancianos, como sus abuelos, y que habrán vivido muy felices. Y lo mismo con ellos mismos: crecerán, tendrán sus propios hijos, harán muchas cosas y cuando ya sean muy ancianos, se irán felices también, luego de una vida llena de aventuras y maravillosos momentos.


9. ¿Por qué me dejas para ir a trabajar?

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(¡Ay! Si tan sólo pudiéramos no hacerlo…). Lo primero a lo que hay que apuntar es que el trabajo es algo que tienes que hacer, pero que cuando regresas, lo que más feliz te hace es verlo a él y a tu familia de nuevo. Y que todas las tardes volverás. A veces puede ser útil hacer un tierno intercambio: “okey, tú te quedas con mi pulsera y yo me llevo tu peluche, así estaremos el uno con el otro aunque estemos lejos”.


10. ¿Por qué tú puedes y yo no?

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En estos casos, es muy importante admitir los errores del adulto también. Así, ellos pueden entender que no tienen que hacer todo lo que tú haces. “A veces yo cometo errores que no quiero que tú hagas también”. Por ejemplo: quedarse hasta tarde en el computador o fumar cigarrillos.


11. ¿Puede el monstruo que está bajo mi cama comerme?

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Nuevamente la ternura podría hacernos reír, pero hay que evitarlo. Hay que tomárselo con la seriedad que para ellos implica. Sus miedos son importantes. Por eso, podrías hacerle preguntas: “Cuéntame de este monstruo, ¿cómo es?”. Luego, hay que transformarlo en un juego: “¡los monstruos tienen también miedo de algunas cosas!”. Hasta puedes enseñarle como defenderse: “este control remoto es en realidad un desaparecedor de monstruos y este botón secreto lo hace irse”.

¿Qué preguntas te han hecho a ti?

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