Puedes andar desnuda en casa o en pijama sin que nadie te regañe o te mire extraño.
Al fin puedes disfrutar de tu independencia y libertad. De disfrutar de las cosas que te gustan y hacer las cosas que quieres sin tener que pedir permiso o sin tener a alguien que reproche lo que haces. Tomas tus propias decisiones, incluyendo la decoración, pues vives sola y nadie puede decirte qué hacer o qué no. Y, aunque a veces extrañas la vida que tenías cuando vivías con tus padres, nada se compara con los placeres que sientes cuando vives sola.