Solo algunos dominan el antiguo arte de la conversación.
Necesitas comunicar algo a tus amigos, quizás solo arreglar detalles de dónde se juntarán más tarde. ¿Cómo lo haces? Escribes un mensaje. Cuando necesitas consultar algo a alguna tienda, ¿a través de qué lo haces? Twitter. Si quieres hablar con tu jefe o profesor, puedes enviar un correo electrónico… y así nos vamos reduciendo de a poco solo a mensajes por todas partes.
Texto, puro texto.
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La verdad es que con tanta tecnología hemos ido perdiendo un poco la costumbre de hablar por teléfono para comunicar cualquier cosa. Al mismo tiempo, se puede ir atrofiando nuestra habilidad para conversar. Creo que hay ocasiones en que se puede ocupar uno u otro, según tu favor. Pero cuando nunca llamas para nada, es que hay algo que sucede contigo.
Según la psicóloga del MIT, Sherry Turkle, esto es un hecho. “La compejidad y desorden de la comunicación humana se malinterpreta y pierde en el texto”, y esto, a su vez, condiciona nuestra relaciones. Pues mientras mejor comprendemos la manera de expresarse del otro, se fortalece el vínculo.
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Y es que según estudios, cada vez más utilizamos solo los mensajes como manera de comunicarnos con otros, especialmente los adolescentes que han “crecido” con los teléfonos inteligentes y todas las aplicaciones para mensajería que existen hoy en día.
Turkle explica que al hablar por teléfono, las personas sienten que no pueden controlar tanto lo que dirán, y todo se deja a la incertidumbre, y se da más con los jóvenes. Finalmente todo se traduce en el nivel de ansiedad social o timidez que puedas tener, siendo más controlador o incómodo ante situaciones de interacción social si es que prefieres escribir.
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Por lo que quienes prefieren llamar son más relajados, se preocuparían menos por tener todo bajo control, y probablemente sean personas más extrovertidas y confiadas. Es cierto que hay muchos factores, como si estás hablando con alguien que no conoces, o con un amigo de toda la vida. Pero al final todo tiene que ver con tu tipo de personalidad.
Y si no, quizás solo te da pereza hacer la llamada, pero recuerda que es más trabajo teclear. Porque definitivamente cómo te comunicas, habla mucho sobre ti. Lo malo es que al dejar de hablar, vamos descuidando nuestras habilidades sociales de alguna manera. Pero supongo que pasarán años hasta que veamos realmente cómo nos afecta el afán por textear.