La capital tiene entre sus atracciones la presencia de jacarandas en sus parques y plazas, siendo estos plantados por el paisajista Tatsugoro Matsumoto.
Ciudad de México es gigantesca. Una urbe llena de gente que para primavera cambia el gris de sus construcciones por el morado de las jacarandas. Siendo estas últimas, obra del paisajista japonés, Tatsugoro Matsumoto.
Esto tiene su origen cuando hace casi un siglo, Matsumoto tenía la misión encomendada por el presidente Pascual Ortiz (1930-1932), de plantar en la capital mexicana cerezos japoneses tal como hicieron previamente en Washington. Pero este experto del paisajismo japonés, o también conocido como “ueki shi”, enamorado de América y dándose cuenta que al cerezo japonés, al que ellos le llaman “sakura”, no le iría muy bien por el clima de la ciudad, le informó al mandatario mexicano que desechara esa opción.
Fue así como surgió la opción de la jacaranda, un árbol tropical proveniente de Brasil, que tiene un veloz crecimiento y flores de fuerte color azul violeta. Esta planta gris de flores moradas, llega a medir 20 metros de altura.
Según cuenta su nieto, Ernesto Matsumoto, a Verne, su abuelo se instaló en México en 1896 sin intenciones de volver a su tierra natal.
“Había estado trabajando para Jesús Landero, un importante empresario de Hidalgo que a través del ministro de Hacienda presentó a mi abuelo al presidente Porfirio Díaz”
-contó Ernesto Matsumoto a Verne.
Su trabajo caló de manera tan profunda en el presidente mexicano, que Díaz y su esposa le asignaron el cuidado y diseño de los jardines del Castillo de Chapultepec. Fue este trabajo el que lo llevó definitivamente a la fama y a convertirse en el jardinero y paisajista de moda entre la alta sociedad mexicana.
“En ese tiempo el salario mínimo era cinco centavos y a él le pagaron 12 pesos. Porfirio le dijo a mi abuelo: ‘Te estoy pagando más pero es para que tengas un vivero para sembrar semillas y plantas porque en Ciudad de México hay puros nopales y no hay árboles’”
relató también el nieto de Matsumoto.
En un artículo publicado en el año 2016, el historiador Sergio Hernandez, declara que “Tatsugoro fue uno de los primeros emigrantes que arribó a México, justo un año antes de la gran emigración masiva de japoneses en 1897”, agregando que en realidad, “fue uno de los primeros inmigrantes a América Latina, ya que antes de entrar en México había trabajado en Perú”.
También este historiador en su artículo señala que Matsumoto después de realizar un jardín en la hacienda del millonario minero, Jesús Landero, se dirigió a Estados Unidos, donde tuvo en la breve estancia en la que trabajó para el mantenimiento del gran jardín japonés ubicado en la ciudad de San Francisco, en el Golden Gate Park.
Tras eso conoció al presidente Diaz y tras realizar su obra en el Castillo de Chapultepec, tuvo que en 1910 montar un jardín a un costado del “Palacio de Cristal” (hoy Museo del Chopo), que fue inaugurado por el presidente mexicano y una delegación japonesa que venía por el primer centenario de la Independencia de México.
Fue en ese año también cuando el hijo de Matsumoto, Sanshiro, se embarcó desde Japón rumbo a México a buscar a su padre. Juntos trabajaron para diferentes presidentes e importantes personalidades de la época, además de montar un gigantesco emporio.
Su cercanía con los presidentes mexicanos permitió que para la Segunda Guerra Mundial, que enfrentaba a Estados Unidos contra Japón, pudieran en una hacienda que denominaron El Batán, albergar a más de 900 migrantes japoneses.
Mientras, el árbol de jacaranda, que previamente se lo habían también recomendado al presidente Álvaro Obregón, se reprodujo masivamente por tantos lugares de México que logró hasta considerarse una flor nativa del país. Tatsugoro fue tan visionario, que hoy en día, los mexicanos pueden disfrutar del “hanami” (fiesta de observación de flores) gracias a los jacarandas que florecen en primavera.
Tatsugoro murió en México en 1955 a los 94 años, pero su morada y florida obra sigue pudiendo ser apreciada por los habitantes mexicanos.