Por Camilo Morales
13 July, 2022

Daniel tenía 18 años cuando, en plena pandemia, se dio cuenta que su pasión era amasar y vender panes para ayudar al sustento de su familia. “Mi mayor sueño es poder darle la panadería a mi mamá”, agregó.

La pandemia de COVID-19 obligó a cambiar muchas dinámicas que la sociedad tenía establecidas, como por ejemplo tener más precauciones y cuidados sanitarios, los cambios de trabajos presenciales a remotos y también el cambio de rubro de algunas personas que quedaron sin empleo.

Sin embargo, a algunas personas las cuarentenas y los confinamientos también les sirvieron para descubrir nuevas actividades.

Instagram @meninodopao

Uno de ellos fue Daniel, un joven brasileño de 20 años que en medio de la pandemia se dio cuenta que su gran pasión era hacer y vender pan junto a su madre, Marilza, de 53 años.

Según información de Razoes Para Acreditar, como las panaderías estuvieron durante mucho tiempo cerradas, para evitar aglomeraciones y contagios, Daniel y su madre se dieron cuenta que la única forma que tenían para acceder a él era hacerlo por su cuenta.

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Además, como su madre estaba sin trabajo él se dedicó a ayudarla para vender ese pan que hacían juntos y así traer sustento al hogar.

Lo sorprendente de todo es que este negocio familiar comenzó con un poco menos de 2 dólares, pero lentamente comenzó a crecer cada vez más. De hecho, una vez terminada la pandemia, Daniel y su madre se dieron cuenta que se trataba de un emprendimiento bastante provechoso, así que continuaron con él.

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Ahora el joven sale todos los días a la calle a las 5 y media de la madrugada para vender sus panes en su carretilla. Junto con eso, ayuda también en la elaboración del pan y en la limpieza y lavado de los platos y de los implementos que ocupan.

Este trabajo improvisado le hizo nacer su pasión a Daniel por las masas. Con su madre hacen una buena pareja, porque gracias a su espíritu empresarial el emprendimiento se ha hecho mucho más rentable. Incluso, le creó un perfil en Instagram.

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Como su padre, que tiene 73 años, está jubilado, Daniel tiene en su mente poder abrir una panadería para que así tanto él como sus progenitores puedan tener un buen pasar. Mi mayor sueño es poder darle la panadería a mi mamá, para que ella pueda hacer lo que le gusta“, aseguró.

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