Por Constanza Suárez
9 March, 2020

Cuando se enamoraron, la actriz, 13 años mayor que el dramaturgo, estaba casada y tenía un hijo. Pero el amor fue más grande que los prejuicios.

Tío Vania de Antón Chéjov en el Teatro Municipal de Santiago. 1953. Bélgica Castro deslumbraba en el papel de Sonia. El público maravillado; en especial uno: el joven Alejandro Sieveking. Bastó con esa presentación para que el estudiante de teatro quedara totalmente prendido de la actriz chilena. 

Aunque el flechazo entre los dos no fue inmediato, el amor fue eterno y los separó lo único posible: la muerte. 

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En 1997, ya declaraban ambos a La Segunda: “Somos mutuamente dependientes”. Entonces era de esperarse que no pudieran dejar este mundo separados. Es que Sieveking murió el pasado 5 de marzo, a los 85 años, y tan sólo un día después, mientras lo velaban, su amada Bélgica. Justo en su cumpleaños número 99.

Cuando Sieveking estudiaba teatro en la Universidad de Chile, Castro era su profesora de historia del teatro. Hipnotizado por su descollante e innegable talento, recurría a ella para buscar aprobación de sus obras como dramaturgo.

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Comenzaron a conversar y darse cuenta que tenían mucho en común. En 1956 la relación se concretó cuando coincidieron en el vodevil Un sombrero de paja italiano. Pero el camino de su amor no fue fácil: Ella 13 años mayor, estaba casada con el también actor y director Domingo Tessier, con quién tenía un hijo. 

“Yo tenía 22 años. A mí ella me inspiraba y, obviamente, eso era fácil. Lo difícil es que ella se enredara conmigo. Lo que nos pasó es que nos reíamos con las mismas cosas, nos cargaban las mismas cosas. Ramón Núñez nos dice ‘es desesperante que estén pensando lo mismo sin consultarse siquiera’”, contó el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile a la revista chilena Paula

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A pesar de la controversia que generó la relación entre sus conocidos, quienes la veían con ojos de desconfianza, desaprobación y prejuicio, Bélgica logró la nulidad y se casó con Alejandro en la casa de la mamá de él en Diego de Almagro en 1962. Luego se fueron a vivir juntos a un edificio cercano. 

La carrera de ambos fue imparable y arrolladora. Trabajaron juntos por primera vez en la producción al mando de Víctor Jara, Parecido a la felicidad en 1956. Juntos estrenaron Ánimas de día claro y La remolienda. Desde que se enamoró, Sieveking escribía papeles para Bélgica. 

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Fue tanto su éxito y derroche de talento, que Bélgica ganó el Premio Nacional de Artes (1995), distinción Medalla Rectoral de Universidad de Chile (1999), Premio APES a la trayectoria (2001), distinción Medalla al Mérito Cultural Profesor Pedro de la Barra de Universidad de Chile (2002), medalla Honorífica de Senado de la República de Chile (2008), Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda (2016), Premio FECILS a la Trayectoria Nacional (2016). Medalla a la Trayectoria por el Teatro Nacional Chileno (2016), Persona Pública Distinguida por Municipalidad de Providencia (2017) y Premio Municipal de Arte por la Municipalidad de Santiago (2018).

José Luis Muñoz

Por su parte, Alejandro logró el Premio Municipal de Literatura de Santiago (1960), Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales de Chile (2017), Premio FECILS a la Trayectoria Nacional (2016), Premio Municipal de Artes Escénicas de Santiago (2018), Premio Caleuche al Mejor Actor de Soporte en Cine (2019).

Hace algunos años el alzheimer atacó a Bélgica y mientras la cuidaba, Alejandro preparó Bélgica y Alejandro, dos vidas para el teatro, un álbum que rescata su historia a través de relatos e imágenes. 

Él no quería dejarla desvalida. Y fiel a su historia de amor, ella decidió no seguir aquí sin él.

 

 

 

 

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