“Lo más difícil del mundo es educar. No me siento culpable, estoy intentando crear una buena persona, con valores y empatía”, dice Carmen, asegurando que pagar con dinero no le enseñará nada a su hijo, a menos que ponga sus manos a servicio de la ciudad.
Dicen que la educación parte por casa y a veces, aunque los padres intenten inculcar en sus hijos el respeto y las buenas normas, puede suceder que estos cometan errores, es inevitable. Lo valorable si, es cómo se les enseña una vez que tropiecen en la vida, porque en ocasiones no se trata de un simple castigo, sino de una experiencia que les sirva como ejemplo para el futuro.

Carmen es madre de Ángel, un adolescente de 15 años, viven en el País Vasco, España y recientemente el chico fue protagonista de un hecho que no solo irritó a su madre, sino al vecindario completo y a las autoridades, luego de que se organizara una fiesta de carácter clandestino en plena pandemia y en la calle, donde él estuvo presente.
El chico recibió una multa de 200 euros y en el momento en que se la pasó a Carmen esperando que le ayudase a pagarla, la madre enfurecida decidió darle una verdadera lección a su hijo.

Carmen reconoce que Ángel se propuso pagar parte de la multa con todos sus ahorros, pero en ese minuto pensó que con pagarla el chico no aprendería nada, así que se dirigió al ayuntamiento y pidió que le conmutaran la multa por trabajo comunitario. Semanas después, recibieron una llamada para notificarle que aceptaban el cambio de penalización, algo que alegró profundamente a la madre.
“Lo más difícil del mundo es educar. No me siento culpable, estoy intentando crear una buena persona, con valores y empatía”
–Carmen a Atlas–

Ahora el joven de 15 años deberá trabajar durante 4 días para la comunidad, tiempo suficiente que creen reemplazará los 200 euros de multa. El mismo alcalde de Balmaseda, municipio en el cual vive el hijo y la madre, felicitó la medida, esperando que sea una iniciativa que logre llevarse cada vez más a cabo, sobre todo en los jóvenes, puesto que les enseña una valiosa lección.
Aún no se sabe cual será el tipo de trabajo que deberá realizar Ángel, pero los vecinos aplauden a la madre por su notable determinación. Saben que de seguro no se trata de un mal chico en el barrio si está dispuesto a obedecer a su madre y esperan que esto sirva para que ya no se repitan incidentes de este estilo.