Fiammetta va en cuarto grado y para asistir a la escuela debe ubicar su mesa y su computadora en medio del prado donde viven los animales. Su padre asegura que las dificultades han forjado su carácter, permitiéndole estar preparada ante los cambios drásticos de la vida.
Desde hace un año el mundo cambió y especialmente el sistema educacional se tuvo que adaptar a las necesidades sanitarias de la pandemia. Mientras la mayoría convirtió su sala de clases en su habitación o el salón de su casa, una pequeña de 10 años en Italia hizo de los prados su gran aula y convirtió a las cabras en sus compañeros de curso, todo con tal de seguir aprendiendo, informa ANSA.

La pequeña Fiammetta, vive junto a su padre, Massimiliano, en una pequeña localidad italiana llamada Mezzolombardo, allí se ha criado toda su vida conectada con la naturaleza desde que su padre, un ex obrero de la construcción decidiera dejar su rubro para adoptar las enseñanzas y el amor hacia los animales que le traspasaron sus abuelos.
Sin embargo, ni Fiammeta ni su padre esperaban que una pandemia los obligara a cambiar drásticamente la rutina. Ahora la pequeña debe ir a la escuela con su computadora y para ello debe salir hacia los prados y buscar señal con el teléfono.

Su mesita y su computadora se ubican a 1000 metros de altura sobre el nivel del mar y tienen la suerte de que el teléfono del padre capta la señal para compartir internet. Para finalizar el cuarto grado debe soportar la intemperie y a sus nuevos compañeros, los animales.
“Ella es capaz de estudiar con los profesores en la computadora. Y cuando es necesario, me ayuda con los animales. Después de todo, son dos herramientas de aprendizaje muy diferentes pero ambas muy útiles para el crecimiento de un niño”.
–Massimiliano Melis a ANSA–

Por las mañanas, Fiammetta estudia junto a sus profesores y por las tardes, ordeña con su padre a las cabras o se dedican a trabajar los deliciosos quesos de ricotta artesanales que luego venden.

Así como la pequeña de 10 años está determinada a todos los días salir al prado y conectarse a sus clases, ya tiene claro su futuro y sueña con algún día ser una gran agente forestal que cuide la naturaleza a caballo. Primero, porque no le gusta la vida en oficina, ama el aire libre y rodearse de bosques, y segundo, porque ama a los caballos.