“Fue un proceso de redescubrimiento de mi propio cuerpo, aprender a verme desde una nueva perspectiva y comprender que mi cuerpo”, dijo Lourenzo, un joven trans de 23 años de Sao Paulo, Brasil, quien trajo a la vida a su pequeño Apolo.
En la actualidad ya no existe prejuicio contra las familias diversas. Gracias al trabajo de activistas y organizaciones, son menores los señalamientos hacia las personas por elegir su identidad de género y por elegir su forma de vivir. Es por eso que existen familias como las de Lourenzo, un joven trans de 23 años que recientemente dio a luz a su primer hijo, Apolo.
“Al final de este proceso de renacimiento, un dolor que me atravesó, fue la mayor recompensa y el verdadero significado y materialización del amor“, dijo este joven de Sao Paulo, Brasil, en conversación con la revista Crescer, de G1.

La familia de Lourenzo y su pequeño Apolo la complementa Isis Broken, su pareja, una mujer trans que es la madre del bebé. “Papá hizo un gran esfuerzo y puso mucho amor en su nacimiento. Apolo, tu familia trascendente te ama mucho“, expresó Isis.
Después de dos años juntos, el embarazo llegó de forma inesperada para la pareja. Aunque Lourenzo había estado recibiendo su tratamiento de hormonas para su transición, tuvo que interrumpirlo, por lo cual se abrió la puerta para la llegada del bebé.
“Tomé hormonas durante unos 4 años y, por falta de médicos especializados en sexualidad y género en Guarujá, dejé de tomar las hormonas. Pero como lo tomé por tanto tiempo, pensé que podría ser estéril, ya que la testosterona puede afectar el útero. Entonces, ni siquiera consideré la posibilidad de que esto sucediera”, contó.

“Al principio, me sorprendió, no sabía cómo lidiar con eso porque estábamos en medio de una pandemia, estábamos desempleados y somos artistas, una situación que no era muy favorable“, añadió.
En ese sentido dijo sentirse sorprendido porque ya había avanzando mucho en sus tratamientos como para tener un embarazo. “La gente ya me veía como un hombre por las hormonas: casi no tenía más senos, estaba bien con mi cuerpo. Entonces, cuando descubrí el embarazo, supe de inmediato que ya no podía tomar hormonas”, recordó.
“Fue un proceso de redescubrimiento de mi propio cuerpo, aprender a verme desde una nueva perspectiva y comprender que mi cuerpo, de hombre, también puede generar vida, y que también es un privilegio“, dijo Lourenzo, quien espera retomar los tratamientos hormonales al terminar este proceso.

Sin embargo, a pesar de la felicidad que sienten por su familia, han tenido que lidiar con el perjuicio. “Hasta los siete meses, en todos los lugares a los que íbamos para recibir atención prenatal, sufríamos transfobia por parte del personal, desde la recepción hasta las enfermeras y los médicos”, contó.
“Nadie estaba preparado para tratar con un hombre embarazado, que ni siquiera es muy diferente de una mujer embarazada, cisgénero, excluyendo pronombres y género. Sentíamos falta de voluntad y mucho prejuicio en el área de salud para tratar con cuerpos trans. Ni siquiera respetaban mi nombre social, que es la ley, y mi género“, añadió.
