“No somos todos iguales”.
A veces nos equivocamos. Sentimos una tonta e innecesaria compasión por las personas con síndrome de Down y por sus familias. Pero esos errores no son más que fruto de la ignorancia, de no mirarlos a los ojos y de no lograr ver lo que sucede frente a nosotros: ellos son capaces de tener una vida plena y feliz. Como tú y como yo.
No es una enfermedad; tampoco duele, no pesa y nada sangra.
El síndrome de Down es la oportunidad de demostrar cuánto se puede lograr a pesar de que algunas personas piensen lo contrario. Es el poder de derribar las falsas y necias ideas para crear la imagen adecuada.
Tienen cualidades y defectos. Se enojan y también saben reír a carcajadas.
Son tan capaces para plantearse y conseguir sus metas como esas ganas que sientes cuando también quieres lograr algo. A veces tropiezan y se sienten torpes, como el día que fallaste tanto que pensaste que todo te estaba jugando en contra.
Sueñan en grande, se desilusionan y saben hacer valer sus derechos. ¿Acaso notas alguna diferencia contigo?
En España lanzaron una campaña llamada “Tengo síndrome de Down y no soy tan distinto a ti” que quiere lograr justamente eso: dejar en claro de una vez por todas que en realidad TODOS somos capaces de cumplir lo que más anhelamos.