Por Francisco Armanet
8 September, 2017

“Me aterra quedarme sola para el resto de mi vida. La gente me asegura que eso no ocurrirá, pero la idea no abandona mi mente”, dice Francesca.

Francesca Antoniazzi, una mujer de 27 años, vivió la tragedia que al resto de las personas les aterra de sólo imaginarlo. Y es que nadie en este mundo quiere víctima de una parálisis, sea cual sea la parte del cuerpo que ésta afecte. El temor de perder la autonomía, la tristeza, el dolor y un sinfín de otros males hacen que vivir algo así pueda volverse una verdadera desgracia. 

Francesca se fracturó el craneo y tuvo una hemorragia en el cerebro luego de una fuerte caída. Pasó nueve días luchando vida en la camilla del hospital, y luego, al despertar del coma, se enteró de la terrible noticia. Había quedado paralizada de la cintura hacia abajo. 

Francesca Antoniazzi

Como todos podríamos imaginar, la tristeza la invadió por completo. Tuvo momentos muy duros y se cuestionó si acaso valía la pena seguir viviendo. Pero luego, una vez que transcurrieron los meses, comenzó a sentir que podría salir adelante y rehacer su vida de alguna manera u otra. Los doctores le dijeron que debía pasar al menos seis meses en el hospital e iniciar un tratamiento de rehabilitación que sería crucial para evitar secuelas mayores y evitar perder la movilidad en otras partes del cuerpo. Entonces Francesa, que siempre fue una activa deportista, se propuso hacer todo lo que estuviera a su alcance para mejorar y terminar su recuperación lo antes posible.

Francesca Antoniazzi

“Obviamente estaba devastada, pero al mismo tiempo sentía que no tenía más opción que aceptar lo que me había ocurrido. ¿Qué más puedes hacer en un caso así?, explicó a The Mirror.

La rutina de ejercicios solía ser extenuante, pero ella insistía y se esforzaba por salir adelante. Así fue cómo, luego de 3 meses, los doctores le dijeron que su rehabilitación había sido exitosa y que ya podía volver a casa. En silla de ruedas pero sin secuelas cerebrales ni otros tipos de dificultades. Pasaron los meses en lo que fue reinsertándose a la vida familiar y así empezó a aprender todo de nuevo. Trasladarse de un lugar a otro por su cuenta, vestirse, lavarse, etc.

Francesca Antoniazzi

Y aunque a ratos lograr todo eso parecía casi imposible, Francesa se prometió a sí misma que lo lograría. Fue su constancia y determinación lo que permitió que así fuera. Sin embargo, había un miedo constante que no la dejaba dormir tranquila. Un temor y lástima que la aquejaba en todo momento, justamente porque no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Su miedo tenía que ver con los hombres, con conocer a una pareja y lograr establecer una relación con alguien. Para ella, eso sería imposible.

“Yo no estaba en una relación en el momento del accidente, y no lo he estado desde ese entonces. Eso es lo que más me preocupa ahora que tengo la discapacidad. Me aterra quedarme sola para el resto de mi vida. La gente me asegura que eso no ocurrirá, pero la idea no abandona mi mente”.

Pero a pesar de su temor y de lo difícil que todo ha sido para Francesca, ella asegura que está dispuesta a hacer todo lo posible por continuar su camino hacia la felicidad. Tal como lo ha venido haciendo hasta ahora. 

Actualmente participa en fundaciones y en centros especializados en rehabilitación de personas con parálisis. Su intención es apoyar a todos los que han sufrido accidentes similares al de ella.

Francesca Antoniazzi

“Eso me hace sentir útil y bondadosa, eso es lo que me mantiene en pie el día de hoy”, finalizó.

Un caso doloroso pero que ilustra la fortaleza y el coraje a la perfección.

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