Las noruegas usaron calzas deportivas cortas en vez de la parte inferior reglamentaria del bikini, por lo que arriesgan ser multadas por la Federación Internacional de Balonmano. En el deporte, muchas mujeres consideran que usar bikinis por obligación es “degradante” y poco práctico, entre otras.
Nuevamente, las reglas y los protocolos tradicionales están chocando con la mirada actual respecto a la integridad de la mujer y su figura.
Estamos en época de deportes: por un lado, pronto comienzan los esperados —y damnificados también— Juegos Olímpicos de Tokio y hay varias disciplinas deportivas que están definiendo a sus participantes en la cita.
Por el otro lado, algunas de las disciplinas que no están incluidas en los juegos también están teniendo actividad, y ese es el caso del balonmano de playa. Hace tan solo un par de días culminó el Campeonato Europeo de Balonmano de Playa en Bulgaria, y la selección femenina de Noruega llamó la atención por su vestimenta en el último partido que jugó contra España, por el tercer lugar de la competición.
Las noruegas salieron al campo vistiendo calzas deportivas cortas en vez del clásico bikini que usan las jugadoras de este deporte; si bien mantuvieron el top original, ya saben que un cambio en la vestimenta implica multas de parte de la Federación Internacional de Balonmano (FIB). Cada una de estas infracciones sería de 50 euros —casi 60 dólares— por jugadora y por partido de cada una de ellas.
Este asunto de la vestimenta ha sido ampliamente debatido en el círculo de los deportes de playa, ya que algunas de las jugadoras consideran que el bikini es una prenda “degradante” o simplemente poco práctica para su finalidad. Por lo mismo, las autoridades del balonmano noruego decidieron pagar las multas y apoyar a sus deportistas en la protesta.
“Pues claro que pagaremos cualquier tipo de multa. Estamos todos en el mismo barco. Lo más importante es tener equipamiento con el que las atletas se sientan cómodas (…) debería ser una elección libre dentro de un marco definido”.
—Kare Geir Lio, presidente de la Federación de Balonmano de Noruega, a AFP—
La federación del país escandinavo ya anunció que liderará una moción para que se cambien las reglas actuales respecto a la vestimenta de las jugadoras, lo que será discutido por las autoridades internacionales.
Como contraparte, a comienzos de año hubo otra polémica sobre la vestimenta, pero con el tono contrario. Karla Borger y Julia Sude, estrellas alemanas del vóleibol playa, decidieron boicotear un campeonato en Catar ya que “es el único país” en donde las jugadoras no pueden usar sus bikinis en competencia.
Catar es un país islámico muy conservador en ese sentido, por lo que se espera que las mujeres se vistan cubriendo gran parte de su cuerpo. Dicho esto, la federación internacional de dicho deporte habría pedido a sus jugadoras que usaran camisetas y calzas largas para jugar en vez de bikinis, “a modo de respeto por la cultura y tradiciones del país organizador”.
Afortunadamente, las autoridades cataríes cambiaron su resolución y permitieron los bikinis en el torneo. Pero estos problemas, tan similares y opuestos a la vez, dejan entrever una pregunta: ¿Por qué seguimos limitando el vestuario de los y las deportistas a partir de tradiciones?