“No me importaba herir a los demás, no me importaba nada. No tenía a nadie a mi lado, ni a mi familia, en ese punto”.
Dejah Hall tiene 26 años y lleva casi una década de su vida luchando contra la adicción. Según lo que ella misma le aseguró al Daily Mail, todo comenzó cuando tenía apenas 17 años y se hizo adicta a los analgésicos. Lentamente la adicción comenzó a progresar y de los analgésicos pasó a consumir heroína y metanfetaminas. Así fue como todo comenzó:

“Estaba en una fiesta con una amiga y fue allí donde tomé pastillas por primera vez. Me sentía agobiada y tenía problemas en casa. Desde allí todo comenzó a ponerse peor”.
La chica llegó a consumir cerca de seis píldoras al día hasta que llegó al punto en el que se dio cuenta que debía parar. Habían pasado tres años y ya tenía 20.
Comenzó a ir a una clínica de rehabilitación pero justo en ese período la mejor amiga de su madre murió. A la clínica se debe asistir cada día y ella faltó tres días seguidos debido a la tragedia. Le dijeron que no podría volver más porque había perdido tres dosis. Hall decidió probar suerte y hacerlo sola, dejando de consumir todo tipo de sustancias adictivas. Lo que no esperaba es que los efectos de la abstinencia fueran tan horribles como lo fueron:
“Los efectos de la abstinencia fueron horribles y después de ocho días estaba totalmente debilitada físicamente, no podía mover las manos, vomitaba constantemente”.
Fue tan terrible, que volvió a consumir para acabar con los efectos secundarios. Parecía que Hall no lograría parar y que nunca llegaría a rehabilitarse.
“Era un monstruo en todos los sentidos. No me importaba herir a los demás, no me importaba nada. No tenía a nadie a mi lado, ni a mi familia, en ese punto”.
Sin embargo, una conversación con su abuelo en diciembre de 2012, quien en ese momento se encontraba en su lecho de muerte, lo cambió todo para siempre.

“Fui a verlo, era su cumpleaños. Le di un abrazo y le dije que lo amaba. Él se sentó en su silla de ruedas, me miró y me dijo que lo estaba hiriendo”.
Fue allí que decidió que las cosas tenían que cambiar y que no seguiría siendo la adicta en la que se había convertido. En su cuenta personal de Facebook se decidió a publicar estas fotos que muestran un claro antes y después para celebrar que han pasado cuatro años desde que decidió rehabilitarse. En esa ocasión, Hall acababa de ser arrestada y había tocado fondo.
“Es una coincidencia, pero ese fue el día exacto en el que finalmente me entregué a las manos de Dios”.

“Hoy se cumplen cuatro años desde que dejé de consumir heroína y metanfetaminas. En la foto de la derecha [se refiere a la fotografía donde se la ve en su peor momento] soy yo en el punto más alto de mi adicción. Me inyectaba y cada vez se fue poniendo peor. Finalmente me arrestaron el 6 de diciembre del 2012 y coincide con que ese fue el día en el que finalmente me puse en las manos de Dios. Con la ayuda de Dios estoy terminando mi licenciatura y espero algún día ser una ministra de fe en prisión. Tengo una hermosa hija de 18 meses y todos los días le doy gracias a Dios que ya no estoy donde estaba. #Rehabilitarse es #Posible”.
Su abuelo murió dos semanas después de que ella fuera liberada de la cárcel, algo que sólo sirvió para fortalecer aún más sus deseos de rehabilitarse y tener una nueva vida.
Así se ve ahora:

Actualmente es madre de una pequeña niña y también tiene un rol activo en su iglesia. Ha vuelto a retomar la relación con su familia y hoy en día son muy unidos. Ella asegura que ya no siente deseos de tomar drogas porque se dio cuenta que hacerlo sólo significa herir a quienes amas:

“Ya no deseo tomar drogas, ya no me junto con ese tipo de gente. A la gente que consume esas drogas no les importa nada, no les importa herir a los demás”.