Por Diego Aspillaga
31 January, 2020

Si bien el virus no es tan peligroso como otras epidemias, su rápida propagación y la desinformación han provocado mucho estrés y ansiedad en las personas. La enfermedad, sin embargo, no amerita tal reacción.

El brote de un nuevo coronavirus en Wuhan, China, ha provocado miedo y ansiedad en todo el mundo. Desde que la noticia se conoció a principios de este mes, las redes sociales han explotado con fatídicas predicciones y el pánico se instaló en la mente de todo el planeta. 

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No son pocas las personas que creen que esta nueva “plaga” matará a grandes partes de la población humana, que nos extinguiremos o que este es sólo el primer paso de un apocalipsis zombie.

Los doctores que tratan con el virus y los pacientes, en tanto, ven con incredulidad y confusión la reacción de las personas. Y es que la enfermedad no es tan grave como todos pensamos. 

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Si bien el corona virus se ha esparcido desde China a distintas partes del mundo, ha infectado a más de 9.700 personas y ha matado a 213 hasta ahora, esas cifras son muy inferiores a otras enfermedades virales como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS por sus siglas en inglés) o incluso la gripe. 

Según los expertos, el coronavirus tiene una tasa de mortalidad del 2 por ciento, lo que significa que la inmensa mayoría de los contagiados sobrevivirá sin secuelas si complicaciones.

Muchos pacientes con coronavirus ya se han recuperado por completo. Según los funcionarios chinos, la mayoría de los que murieron eran ancianos o tenían otras dolencias que comprometían su sistema inmunológico, publicó en su portal web el medio Business Insider.

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Debido a esto, los expertos afirman que en su mayor parte, el pánico global por esta enfermedad es improductivo e injustificado: el público debe tomar precauciones para evitar enfermarse, pero las medidas preventivas más efectivas son acciones cotidianas como un mayor lavado de manos y no tocarse la cara en vez de comprar mascarillas desde el otro lado del mundo.

“Existe la propagación de enfermedades infecciosas, luego está la propagación del pánico”, dijo a Business Insider Amira Roess, profesora de salud global y epidemiología en la Universidad George Mason. “Tienen mecanismos muy diferentes y las reacciones psicológicas de las personas a las enfermedades infecciosas a veces pueden exagerarse y hacer más daño que bien”.

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En las primeras etapas de un brote de enfermedad infecciosa, agregó Roess, gran parte del pánico es “miedo a lo desconocido”. A medida que avanza el esparcimiento, crecen también los niveles de ansiedad de la población ante la amenaza del contagio hasta un nivel irracional si se compara con la verdadera amenaza. 

Por último, los expertos también advierten que la sicosis provocada por el coronavirus desencadena una enfermedad mucho más grave: el racismo.

Los ciudadanos de ascendencia asiática en Francia, Canadá y los Estados Unidos están informando incidentes de racismo debido a los temores públicos del coronavirus.

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The Guardian informó que casi 9,000 padres cerca de Toronto firmaron una petición para evitar que los estudiantes que habían viajado a China en los últimos 17 días asistieran a la escuela.

El New York Times, por su parte, informó que las empresas en todo Hong Kong, Corea del Sur y Vietnam han publicado letreros que dicen a los clientes de China continental que no son bienvenidos.

El coronavirus no es una enfermedad inocua y hay que respetarlo, sobre todo porque puede matar a las personas más débiles y se propaga con mucha facilidad. Pero este virus no es el heraldo del fin del mundo del que tanto se ha hablado.

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Es hora de controlar nuestros miedos, racionalizar y dejar de empeorar la situación.  

 

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