Las historias de Philip K Dick. en pantalla no pudieron superar a la obra maestra de Charlie Brooker.
Historias sobre futuros distópicos donde el progreso tecnológico aparece más como una amenaza que como una salvación. Suena como la descripción de “Black Mirror”, pero es la de “Electric Dreams”, la nueva serie de Channel 4 (Reino Unido) y Amazon (EE.UU.), producida por Bryan Cranston y basada en las historias del escritor de ciencia ficción Philip K Dick.
Dick, autor de las obras que inspiraron la mítica “Blade Runner”, “Total Recall” y “Minority Report” escribió estas historias a mitad de los años 50′, en una época en que la tecnología que hoy es cotidiana podría haberse confundido con magia. Por eso, no podemos pedirle a los guionistas de “Electric Dreams” una historia que resuene en nuestro presente tanto como lo hace “Black Mirror”…aunque es inevitable hacerlo.
Cómo no comparar “Electric Dreams” con “Black Mirror”. Ambos tratan básicamente de lo mismo y, de alguna forma, uno vino a reemplazar al otro. La serie de Charlie Brooker nació en Channel 4, pero luego de que fue comprada por Netflix, dejó el canal y ahora su espacio lo ocupa el show de Bryan Cranston.
“The Hood Maker”, el primer capítulo de la serie, nos muestra a Richard (Robb Stark de go de “Juego de Tronos”), un detective en un futuro post apocalíptico sucio, oscuro y tecnológico, muy a lo “Blade Runner”, donde un porcentaje de la población es telépata. También llamados “tees”, estas personas que leen la mente parecen más esclavos que otra cosa, y por miedo a una insurrección la policía contrata a Honor (Holliday Grainger), una “tee” para que trabaje con Richard.
La historia, que plantea un futuro aterrador donde los telépatas pueden leer hasta los más oscuros secretos de las personas, habla de temas como la vigilancia del Estado sobre la población, libertades civiles, derechos humanos y prejuicios. Aunque el tema central del episodio es la confianza, que vemos a través de la historia de amor entre los agentes, también muy a lo “Blade Runner”.
Tanto este capítulo como el segundo de la temporada, “The Impossible Planet”, donde una mujer de 350 años le pide a una agencia de turismo que la lleve al ya extinto planeta Tierra, fueron filmandas de manera hermosa, con excelente fotografía y una ambientación que te transporta a esa realidad alternativa.
Ambos episodios nos muestran cosas fuera de la caja y abren nuestras cabezas, hay buenas actuaciones y se logra el misterio, pero no tocan un nervio sensible como sí lo hace “Black Mirror”. “Electric Dreams” no me dejó con ese miedo profundo con el que quedo después de un capítulo de la serie de Netflix.
Para ser justa tengo que decir que la producción de “Electric Dreams” se merece una fiel audiencia, pero no es tan fácil identificarse con sus historias como lo es con las de Charlie Brooker, que son más humanas y que reflejan los males de la tecnología en el presente.