Por Andrea Araya Moya
7 September, 2015

“Cambié sus brazos por almohadas”.

Solía ser demasiado consentida y adoraba acurrucarme con mi pareja. Era casi una rutina llegar a la noche y correr a sus brazos para instalarnos a ver cualquier película que pasaran por la televisión. Era el mejor momento del día, pues acurrucarme con él me relajaba y me hacía sentir protegida, pero no fue hasta que mi relación con él se acabó que me di cuenta de que hay una sola cosa que es terrible cuando estás soltera.

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@Lucy

Lo peor de estar sola es no tener con quien acurrucarme. Cambié sus brazos y caricias reconfortantes, por la suavidad de las almohadas y el calor de mis cubrecamas. Cambié las caricias en mi cabello por un masajeador metálico. Me quedé sin dormir en “cucharitas”, porque la relación ya no daba para más, pero jamás pensé que no tener esos arrumacos sería tan complicado.

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Alexis Ren

Extrañaba las caricias, ser “tocada” por alguien. Extrañaba los abrazos, tomar su mano, y esas pequeñas siestas que te sacan de la rutina por algunas horas. Pero luego de tanto extrañar me di cuenta de que necesitaba más tiempo para mí. Que quizá pasar más tiempo a solas me haría valorar más mi propia compañía, y que disfrutar de la suavidad de mis sábanas y almohadas no era tan malo después de todo, pues eran mías y eso nada ni nadie lo podía cambiar.

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@Evelin

Porque también podía salir de mi rutina por mis propios medios. También podía encontrar esa comodidad pasando tiempo a solas, valorando mi amor propio sin necesidad de tener alguien al lado, pues es así como funciona. Porque cuando aprendes a valorarte más puedes lograr muchas cosas, y es así como estarás lista para comenzar de nuevo.

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