Por Josefina Bonnefont
11 January, 2017

Le llaman el “síndrome del marinero”.

Las sirenas y las chicas inalcanzables tienen un elemento fundamental en común: el misterio. Y es que los marineros percibían a estas ninfas acuáticas como escurridizas, pero siempre cautivantes, lo que les provocaba un deseo más allá del límite. Las sirenas eran las criaturas más peligrosas del océano, sin embargo, nadie se podía resistir a sus encantos. El motivo tiene directa relación con el misterio.

Estas bellas mujeres, mitad peces y mitad personas simbolizan todo lo que un hombre sueña: una mujer inalcanzable.

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Pero, aunque no lo creas, su atractivo va más allá de la belleza externa, sino que se debe a su aureola de misterio. Si lo piensas un poco, es bastante obvio. Todo lo desconocido y arriesgado suele llamar nuestra atención e hipnotizarnos con más fuerza que lo que ya conocemos. Ahí se encuentra la similitud entre los marineros y todos los hombres contemporáneos: ambos se obsesionan con los seres que parecen ocultar muchos secretos.

No sólo son misteriosas e indescifrables, esas cualidades además las hacen inalcanzables, lo que supone un gran reto, ya que sus gustos son un enigma. De esta forma, como un marinero, los hombres nunca tienen la certeza si esa chica enigmática está atraída.

Como los marineros se enamoraban de seres inexistentes, los hombres gozan con conquistar a una mujer inalcanzable, casi mítica.

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De acuerdo a la Psicología, la atracción humana se ve afectada por muchos factores y es de los fenómenos más complejos de la mente.

En primer lugar, para que suceda, deben coincidir factores que despierten nuestros sentidos con el otro. Pero además, nuestro contexto personal y predisposición son elementos clave para que inicie un enamoramiento.

¿Qué influye para que nos guste alguien? El entorno, la personalidad y el físico ayudan, pero el misterio conquista.

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Todos asociamos el misterio con lo novedoso, sensación que libera dopamina en el cerebro, y aunque en general nos atraen las personas afines, nuestros polos opuestos llaman mucho más nuestra atención.

Es decir, cuando nos atrae alguien misterioso, nuestra percepción del otro tiene una base pasional fuera de nuestro alcance.

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Muchas veces, la intimidad y seguridad que tenemos con nuestra pareja nace a partir de la reciprocidad, pero cuando no tenemos la certeza de gustarle al otro, la atracción es un reto mucho más desafiante y emocionante.

El síndrome del marinero es ello, cuando la reciprocidad no se establece.

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Pero que este “síndrome” sea común, no quiere decir que sea algo bueno.

Cuando nos enamoramos de alguien inalcanzable o que no nos corresponde tiene relación con nuestros niveles de autoestima, que en estos caso es poco saludable.

Al igual que con las sirenas, intentar conquistar a un inalcanzable sólo puede terminar con heridas.

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