Becket Arnold destacó que sufrió de caída de cabello, dientes flojos y uñas débiles, además de otras cosas como falta de energía y aletargamiento. Todo mejoró cuando incorporó carnes a su dieta.
La decisión de tomar un estilo de vida que respete 100% a los animales es algo complicada, ya que implica, entre muchas cosas, no consumir ningún tipo de producto que sea de origen animal. Esta elección conlleva tanto pros como contras que, además, puede variar según la situación personal de cada quien.
Recientemente se ha sabido de muchas personas que han tenido que renunciar a esta forma de vida, debido a el mal que ha hecho en sus cuerpos las dietas únicamente a base de plantas. Es así como recientemente una mujer contó cómo fue su caso con esta práctica y como después de mucho tiempo tuvo que dejarlo y volver a consumir carne.
Becket Arnold, de Estados Unidos, contó, a través de una nota en Newsweek, cómo fue su experiencia al pasar alrededor de 20 años siendo vegana y la razón de fuerza mayor que la llevó a tener que dejarlo de lado para volver a incluir las carnes en su alimentación.
Explicó que empezó desde muy joven, luego de que a los 12 viera un gato destripado: “Al crecer nunca me importó mucho la carne. A medida que crecía, se convirtió más en una postura moral, pero para empezar, nunca había disfrutado realmente”.
En un inició no contó con el apoyo de su familia, sobre todo por el esfuerzo que requería para su madre tener que hacer platos especiales para ella, por lo que estaba sola. Comía cosas como cereal o sandwiches para el desayuno, mientras que para la cena le tocaba comer solo una parte de lo que preparaban, fideos simples o ensaladas por ejemplo.
“Tomó un tiempo para que la falta de nutrición me alcanzara. Después de varios meses comencé a sentirme muy cansada y con poca energía”, aseveró. Al llevarla al médico le dijeron que le faltaba hierro, por lo que el doctor le recomendó que se comiera un bistec, además de tomar suplementos alimenticios.
Sin embargo, estos no fueron suficientes y con el tiempo fue empeorando su situación. Después de muchos años y tras tener un semblante terrible, sufrir de caída de cabello, dientes flojos y uñas débiles, cercanos le recomendaron que volviera a comer carne. Además, había empezado a realizar una actividad que requería de buen estado físico, así que finalmente decidió cambiar su forma de comer.
“Me sorprendió lo dramático que fue el cambio, fue casi inmediato. Instantáneamente, mi piel se volvió más saludable y mi tez mejoró. En cuestión de días, mis uñas se engrosaron, mis dientes ya no estaban flojos y mi cabello comenzó a crecer normalmente”, señaló.