Tras una larga sequía, estas precipitaciones se han hecho un motivo de alegría para muchos, sobre todo para los churreros.
La lluvia siempre será una bendición, sobre todo en tierras muy calientes y áridas en las que el calor es la norma de cada día. Algunos se ven beneficiados de estos climas frescos para vender sus productos calientes, unos que los haga sentir acogidos y regule su temperatura.
Entre estos están los vendedores de churros, quienes han aprovechado las lluvias en San Diego, Estados Unidos, para promocionar su producto.
Telemundo habló específicamente con Mario Juárez y Francisco Vásquez, dos vendedores de churros ambulantes que les ha ido muy bien desde que inició este chubasco. Ellos que llevan tan solo una semana en el negocio, pudieron observar cómo las lluvias incrementó sus ventas rápidamente.
Aunque aseguran que el clima frío les ayuda, también cuenta que mucho se debe a que su proceso es artesanal y no como los que usan “maquinitas” para todo.
“Hay mucho movimiento los fines de semana. Cuando está lluvioso es mejor para vender churros. Son artesanales porque hay otros churros, pero a pura máquina y pues la gente nos ve preparando todo”.
–Mario Juárez dijo con alegría a Telemundo20–
Las personas ven todo el proceso de preparación y así pueden tener la certeza que además de limpio, es todo recién hecho y les encanta. En verdad un dulce así cae muy bien, sobre todo si va acompañado de una taza de chocolate caliente, eso lo haría perfecto.
Pero no todo es color de rosas ahora en San Diego, y es que hay negocios que han presentado grandes pérdidas, pues sus productos no combinan con el frío.
Uno de los afectados fue Diego Reséndiz, quien tiene en la misma calle que los churreros, un negocio de tamales que al menos ese día no llevó dinero a su casa. Lo peor de todo fue que tuvo que botar parte de su mercancía, alrededor de dos docenas de tamales a la basura por el aguacero.
La cuestión fue que salió a trabajar porque dijeron que “iba a estar un poco nublado”, algo que no fue cierto y le dañó el día.
La mayor alegría de don Diego, fue cuando la lluvia terminó y vio que los clientes comenzaron a acercarse a su puesto por algunos tamalitos. De no ser por que la lluvia bajó, no solo habría perdido productos, sino que además no hubiese llevado nada de dinero para su hogar.