No querrás ni intentarlo.
Aunque es cierto que todos queremos vernos bien, la pregunta que siempre es importante tener en cuenta es, ¿hasta qué punto es necesario invadir nuestros cuerpos para lograrlo? ¿Cuánto estamos dispuestos a perder con tal de conseguir la apariencia que deseamos? Existen muchísimas maneras de embellecerse, desde el maquillaje y la vestimenta, hasta intervenciones ya bastante más invasivas. En este último punto, las cirugías estéticas ocupan un rol sumamente peligroso. Y es que no es necesario someterse a una operación demasiado extraña para sufrir consecuencias negativas. Un implante inyectable de silicona en los labios, por ejemplo, puede conllevar serios riesgos.
A continuación, te mostraremos una serie de fotografías de una mujer que abusó de la silicona. Los resultados te harán dudar, irremediablemente, sobre si esta es o no una práctica conveniente.

Según Marcelo Bernstein, miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (Sacper), los implantes inyectables de silicona están prohibidos en cualquier indicación estética en todo el mundo. Esto por los riesgos que la práctica conlleva.

Además, señaló que cualquier parte del cuerpo o rostro puede terminar altamente dañada por la inyección de silicona. Las consecuencias, según Bernstein, son “pómulos exagerados, labios totalmente deformados, duros al tacto y con pérdida total de la anatomía normal”.

Sin embargo, las cosas pueden volverse aún peores en otras partes del cuerpo.

“Como la silicona no puede sostenerse en la posición donde fue aplicada comienza a migrar, primero localmente, descendiendo al abdomen en el caso de las mamas y a los miembros inferiores en caso de los glúteos, produciendo complicaciones crónicas como trombosis de venas locales, taponamiento del sistema linfático local, mal funcionamiento de la evacuación de toxinas y células muertas por parte de vasos linfáticos”, explicó el especialista a Telám.

Y agregó que “todos los pacientes sometidos a estas intervenciones tendrán complicaciones en el corto o largo plazo”.

“Aplicar estos productos inyectables convierte al cuerpo en una bomba de tiempo que estalla tarde o temprano, por lo que recomendamos recurrir al médico ante el menor síntoma”, remarcó.

Por último, el consejo de Bernstein y su colega Marcelo Banegas es claro y tajante: