Con 19 años, John pudo graduarse. Además ahora puede practicar deportes y creció 17,8 centímetros.
Cuando John Sarcona tenía tan solo 5 años, fue diagnosticado como un caso extremo de escoliosis y cifosis. La historia de John ha sido difícil, sobre todo para alguien tan joven. Tras saber sobre lo que lo aquejaba, a los 6 años tuvo que comenzar a utilizar un aparato ortopédico durante 22 horas al día. Se lo quitaba solo para darse un baño.
A los 16 años había pasado por dieciséis cirugías donde los médicos habían puesto implantes de metal a lo largo de su columna vertebral, para apoyar su espalda mientras crecía, pero cuando su madre encontró sus camisetas ensangrentadas después de un juego de béisbol, supo que algo muy malo estaba ocurriendo.
Al llegar a casa, Joanne le preguntó a su hijo si se podía quitar la camisa. Y jamás podría olvidar lo que vio: varillas de metal sobresaliendo de la espalda de su hijo.
Se habían roto antes, lo que requería nuevas cirugías, pero esto era totalmente diferente, por lo que John tuvo que regresar al hospital por su cirugía número 17, para extraer aquellas molestas barras.
A pesar de la intervención quirúrgica, la condición de John no mejoró. Las varillas no estaban, pero todo seguía igual. “Es importante entender que la cirugía puede hacer mucho. Pero la cirugía no puede hacer todo. No siempre es culpa del niño o del médico si falla”, dijo el doctor Jeffrey Wang, presidente de la North American Spine Society y codirector del USC Spine Center.
El cirujano de John no pudo seguir tratándolo, por lo que lo le recomendó al doctor Lawrence Lenke, cirujano jefe del hospital Daniel y Jane Och Spine en NewYork-Presbyterian y también ex presidente de la Sociedad de Investigación de la Escoliosis.
El doctor le dijo al joven que “estaba doblado por hora”. Es que la cifosis que aqueja a John, una curvatura externa de su columna vertebral que encorvaba su espalda, era tan severa que impactó su respiración, dejándole solo el 22% de su capacidad pulmonar cuando llegó a NewYork-Presbyterian.
Aunque necesitaba cirugía, someterlo a otro procedimiento era muy peligroso, porque la última vez los médicos tuvieron problemas para cerrar la piel de John. Además si se presentaba una sola complicación, podía quedar paralizado para siempre.
Las opciones se reducían, pero el doctor pensó que aún podían hacer algo. Lenke separaría la columna vertebral de John en diferentes secciones, eliminaría dos vértebras en el centro mismo de la cifosis severa, y luego enderezaría la columna vertebral. Y decidieron hacerlo.
Durante 13 horas, John estuvo en operación. Al retirar una vertebra, la actividad de la médula espinal desapareció. Estuvo técnicamente paralizado durante una hora. Pero finalmente llevó a cabo la cirugía y John lo logró sin mayores complicaciones. La operación fue tan drástica que cambió el centro de gravedad del cuerpo de John.
Todo salió tan bien, que un año después John pudo graduarse de la secundaria y asistir a su graduación, como cualquier otro niño de 19 años. De hecho, es 17,8 centímetros más alto y disfruta jugar baloncesto y golf, actividades que jamás podría haber imaginado realizar antes de esta milagrosa cirugía. Entró a la universidad y está aprendiendo a conducir. Y ahora sueña con ser médico.