La historia de Jani Schofield captó la atención de los medios por la complejidad de su diagnóstico y las controversias familiares. Jani, hija de Susan y Michael Schofield, fue diagnosticada con esquizofrenia infantil, un trastorno raro en niños pequeños.
La esquizofrenia suele aparecer entre los 18 y 30 años, pero Jani mostró síntomas desde sus primeros meses. En lugar de dormir 14-16 horas, solo dormía 3, despertándose frecuentemente y fijando la mirada en puntos del techo y las paredes, sorprendiendo a padres y médicos.
A los cinco meses, el desarrollo de Jani sorprendió a sus padres, ya que señalaba partes de su cuerpo como la nariz y los ojos. Ellos lo interpretaron como un signo de que su hija era superdotada.
Sin embargo, lo que parecía un desarrollo avanzado se volvió alarmante cuando Jani mostró síntomas severos de esquizofrenia infantil. Desde pequeña, su capacidad para diferenciar entre lo real y lo imaginario estaba completamente distorsionada.
Uno de los primeros signos inquietantes fue la aparición de alucinaciones visuales y auditivas. Jani hablaba de “400, el gato malo”, una figura que la atormentaba. Estas alucinaciones causaban episodios de comportamiento violento, generando gran preocupación en sus padres.
El caso se complicó cuando su madre, Susan, comenzó a publicar videos en YouTube exponiendo la vida privada de sus hijos. Susan publicó más de 250 videos, acumulando 34,000 seguidores con los que empezó a generar ingresos, lo que llevó a críticas por explotar a sus hijos.
En 2019, Michael acusó a Susan en el programa Dr. Phil de explotar a sus hijos y sobre-medicarlos para generar ingresos con videos. Aunque Susan defendió su intención de generar conciencia, Dr. Phil coincidió con Michael en que los videos eran dañinos. Susan eliminó algunos y luego desapareció de las redes sociales. En marzo de 2019, las autoridades retiraron a los niños de su custodia.
Jani, tras cumplir 18 años, decidió regresar con su madre, aunque en los procesos judiciales había expresado no querer volver con ella. Jani sigue luchando con la esquizofrenia infantil, pero lleva una vida estable gracias a la medicación.
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