“La compasión no debería ser un crimen”.
David Parton es un hombre de 75 años cuya dura vida se refleja en su rostro y gestos cansados que lo hacen parecer mayor de lo que es, pero tiene un corazón gigante. Este anciano lleva casi 10 años ayudando lo poco que puede a los perros y gatos que rondan su barrio de Texas, Estados Unidos, y por este acto de compasión, acabó tras las rejas.
“No podía permitir que los gatos pasaran la noche con el estómago vacío, porque tenían hambre y a nadie más le importaba”.
En algunas partes de Estados Unidos, alimentar animales callejeros es un crimen con graves castigos. Esta medida supuestamente busca reducir el número de perros y gatos que viven en la calle, pero Alley Cat Allies (“Alianza para los Gatos de Callejones”) apunta que no existe una política de esterilización y esta ley castiga injustamente a gente cuyo único crimen es tener un buen corazón, como David, que debía pagar multa de casi mil dólares o pasar 9 días en la cárcel.
David no pudo pagar ese dinero y, a su edad, pasó más de una semana como un prisionero común.
Cuando Alley Cat Allies se enteró de su situación y la compartió con el Internet, la indignación no se hizo esperar, pero el Alcalde Jim Goldsworthy se mantiene firme sobre la importancia de estas leyes:
“Cuando alimentamos a estos animales atraemos zorrillos, mapaches y zarigüeyas y similares criaturas que vienen con eso. Tenemos una población relativamente grande de gatos salvajes y ferales. Alimentarlos podría significar un aumento explosivo dentro de la población”.
Paton, por el otro lado, comentó a CBS: “Mi responsabilidad es hacer lo que Dios me dice que haga: Seguir alimentándolos”.
¿Qué piensas de estas leyes?