El espacio se ha convertido en un lugar espiritual en el que le rinden culto y dejan alimentos, para que otros gatos como él, puedan disfrutar.
Es probable que en el lugar donde vivimos exista un animal que si bien no tiene hogar, es parte de nuestra comunidad y lo alimentamos cuando podemos. Esos seres que mientras caminamos nos reciben y en ocasiones nos protegen, alguien a quien le damos cariño aunque no viva con nosotros.
Pues esa era la historia de Tombili, un gato callejero que disfrutaba de mirar a todo el que pasaba por aquella comercial mientras descansaba en una posición bastante particular.
Como un humano cansado del trabajo, posaba sus trasero en la silla y con lo que sería “su codo” reposaba la parte superior de su cuerpo. Es probable que lo hayas visto en algún momento y es que su imagen era bastante popular en internet.
Ese era su lugar y su pose favorita, no le molestaba estar ahí y gracias a la atención de los “extraños” no tenía un motivo por el cual irse. Entonces así pasaban sus días, comiendo y posando en aquel lugar mientras pensaba, o al menos eso era lo que parecía.
Pero lamentablemente falleció el 1 de agosto del 2016, es probable que muchos animales sean olvidados, pero en el caso de Tombili no fue así.
Se podría decir que era un miembro de aquel lugar de Estambul, por lo que decidieron honrarla y agradecerle por su compañía con una estatua. Aunque no hiciera nada, el solo verla sentada en aquel icónico lugar era suficiente para alegrarle el día a cualquier persona.
A través del Facebook Anadolu Kedisi, dedicado a gatos en Estambul publicaron sus recuerdos y lo emotivo de la construcción de su estatua conseguida gracias a una petición en Change.
“Esperemos que Tombili, quien ha sido la mascota de la zona durante 11 años y se ha hecho famoso mucho más allá de Kadikoy, sea recordado y no olvidado”, decía el hermoso mensaje con el que recaudaron dinero.
El espacio parece estar siempre acompañado de alimentos, para que otros gatos lleguen y puedan compartir con la estatua de Tombili. Además, tiene lo que parece un rosario y le suelen colocar té, una forma de rendirle culto a la estatua de aquel divertido gato que habitaba ese lugar.
