Desde 2004 Jo Newby ha recibido en su hogar a casi 100 niños que ha cuidado como suyos, para que luego encuentren un hogar definitivo. “No me puedo detener”, dijo.
Hay personas que por su gran corazón y empatía no les importa dejarlo todo con tal de ayudar a otros que están en una situación peor. Quizás un ejemplo perfecto para hablar de alguien con esas características es Jo Newby, quien se define a sí misma como una mujer que nació para ser madre, luego de haber acogido a 92 niños sin hogar y criarlos.
Esta ejemplar madre de Reino Unido recibió al primero de tantos bebés en 2004, cuando una trabajadora social se lo entregó teniendo solo 3 meses de vida el niño. Ese fue su primer hijo adoptivo, que crió junto a su esposo esposo Christopher.
Se trataba del segundo matrimonio de Jo, por lo cual ya tenía un hijo propio de su primera relación. Por ello, ambos hablaron de entrar en el mundo de la crianza temporal. Sin embargo, quizás en aquel entonces no esperaban recibir a casi 100 chiquillos, durante 19 años. Aunque solo adoptó a uno de todos los niños, a cada uno lo ha amado como si fuera propio.
Además, este es un trabajo que debe hacer de puro corazón porque ella solo percibe unos 57 centavos de dólares por hora de cuidado. Es por toda su entrega que se ha ganado el título de la “heroína más amable del Reino Unido”.
“Nací para ser mamá. Pensé que quería una familia numerosa, pero eso no es realista. Tuve esta sensación inmediata de ‘este bebé me necesita’. Fue un proceso abrumador y surrealista, no puedes creerlo. Pero luego se vuelve realmente normal“, comentó Jo, en conversación con Mirror, al recordar ese primer encuentro.
“La gente bromea diciendo ‘estás bien pagada’ y cuando en realidad no nos pagan en ningún caso. Si lo desglosas, las 24 horas del día, los siete días de la semana, obtenemos algo así como 50 peniques por hora. Ni siquiera son nuestros 50 peniques porque ese dinero que recibimos es para alimentación, ropa, gastos de viaje y dinero de bolsillo (…) Me pagan 50 peniques la hora, pero eso no me detendrá”, agregó.
Desde ese entonces no se detuvo, porque una vez que sintió esa felicidad de ayudar a un bebé desprotegido no pudo parar. Además, reveló que ningún niño ha sido igual a otro, porque cada uno tiene sus características particulares.
“No me puedo detener, sigo diciendo eso cuando hay un descanso natural, pero no me gusta una casa vacía. Para cuando he limpiado o salido a almorzar, estoy aburrida. No soy yo para tener tiempo para mí”, afirmó, al confesar también que es doloroso cuando los pequeños se marchan.
“No puedes preocuparte genuinamente por alguien y luego, cuando se van, no llevarse una parte de ti con ellos, es como si un poco de tu corazón se fuera con ellos. Has invertido emocionalmente; es real y viene de tu corazón”, añadió.