Una voluntaria de un refugio adoptó a los cachorritos porque se dio cuenta que eran muy pequeños. Eso sí, ella ya tenía en su casa a Goliath, una tortuga que los supo recibir muy bien.
Hay especies que sin importar sus diferencias pueden sentir una conexión como si fueran padres e hijos. Esas sorpresas que nos trae la naturaleza se hizo realidad para una tortuga y unos cachorros, quienes a pesar de ser muy distintos no dudaron en demostrarse su cariño y afecto.
Eso fue lo que ocurrió en California, Estados Unidos, en donde, según información del sitio de animales PAWsitive, un grupo de cuatro cachorros fueron abandonados en la propiedad de un hombre que los llevó dentro de una caja hasta un refugio de cuidado animal de la zona.
Sin embargo, al momento en que los pequeños llegaron hasta ese recinto, una de las voluntarias llamada Andrea se dio cuenta que eran demasiado pequeños, así es que los llevó hasta su casa para cuidarlos mientras crecían y eran alimentados por ella.
Lo curioso es que Andrea ya había adoptado a otro animal abandonado. Se trata de Goliath, una gran tortuga de 36 kilos que ya tenía estrechos lazos con su dueña, por lo que la mujer no sabía cómo iban a reaccionar los pequeños perritos ni tampoco su tortuga ante el curioso encuentro.
Pero lejos de toda lógica, los perros y la tortuga se hicieron inseparables y ahora son como si fueran una familia que se conoce de toda la vida. De hecho, según Andrea, los perros fueron quienes se acercaron primero a la tortuga, ya que un día los encontró dentro de su jaula jugando.
Para los cachorros es como si Goliath fuera su padre, ya que se acercan a él cuando tienen frío y cuando se van a dormir. Incluso se suben a su caparazón de forma amistosa.
Goliath ha podido servir como la familia que nunca tuvieron estos cachorros. Se ha transformado poco a poco en un soporte para que ellos puedan criarse de forma sana y con confianza en sí mismos.