“No me tenía miedo y no hacía ruido. Sólo me miraba y extendió su pata hacia mí”, cuenta ella.
Cuando Kylina Turner vio a Caro, un pastor alemán, por primera vez, no tenía idea que debajo de ese pelaje había un perro. “Pensé que era un peluche. Estaba completamente quieto, mirándome. Me acerqué por si acaso, y cuando hice eso sus orejas se movieron”, le dijo a The Dodo. “Estaba en shock al darme cuenta que se trataba de un animal, que además estaba vivo”.
Las patas de Caro estaban atrapadas en un respaldo de cama con alambres en el patio trasero de una casa en Austin, Texas. Como se encontraba en mal estado físico por la falta de alimento, Caro sabía que Kylina era su única esperanza de supervivencia.
“No me tenía miedo y no hacia ruido. Sólo me miraba y extendió su pata hacia mí”.
Turner tuvo miedo pues podía ver claramente sus huesos, así que se quitó su sweater y lo puso sobre Caro. Le sorprendió lo entregado que se mostraba, “me siguió hasta el coche, se quedó dormido, se sentía a salvo”.
Le pareció que el recorrido de 20 minutos hasta un refugio sería mucho para él, pues no estaba en buen estado, así que decidió ir directo donde un veterinario. Cuando llegó, el equipo se aseguró de estabilizarlo y en el proceso, se enamoraron del cachorro de 6 meses.
“Me dijeron que se lo quedarían y entre ellos recaudarían el dinero para su recuperación. Ese día abrí una cuenta en GoFundMe para Caro”.
Caro estaba desnutrido, quemado por el sol, deshidratado y era el peor caso de sarna en un perro que ellos hayan visto.
No estaban seguros de que sobreviviría, pues apenas se movía. “Lo visitaba a diario y los técnicos se emocionaban por cosas muy pequeñas como que levantara su cabeza o que caminara hacia su jaula o que comiera comida sólida”.
Aunque Caro no podía interactuar mucho con el exterior, Turner la cuidaba y cada vez se encariñaba más con él, hasta que se ofreció llevarlo a su casa para cuidarlo mientras se mejoraba. “Me di cuenta después que no sería capaz de darlo en adopción”.
Su nuevo pelaje comenzó a crecer otra vez y de a poco comenzó a verse como un cachorro real. “Ahora tiene 9 meses y pesa 22 kilos, tiene su pelaje muy suave y ningún problema de salud”.
Ahora Caro y Kylina viven felices junto a su esposo y su hija de 7 años, Casey, quien se ha convertido en su mejor amiga.