La pareja de médicos encontraron a la perrita a considerable altura. Tras salvarla, se enteraron que su familia llevaba dos semanas buscándola.
Una de las actividades más reconfortantes y agradables que pueden llevar a cabo las personas que viven cerca de las montañas, es ponerse unos pantalones resistentes, un par de botas y salir a hacer montañismo. Es algo que no solo sirve para fortalecer nuestro cuerpo y articulaciones, sino que también puede ser una actividad muy reconfortante, que nos conectará con la naturaleza, así como con el propio ritmo de nuestro cuerpo.
Así mismo, cuando salimos del hogar a buscar aventuras como esta, debemos estar preparados para cualquier sorpresa o evento inesperado.
Eso fue lo que vivieron Jean-Francois Bonnet y Ciara Nolan, una pareja de médicos que viven en Wicklow, Irlanda, cuando decidieron caminar por una cadena montañosa cercana.
La pareja no tenía planeado hacer nada más que subir un par de montañas y disfrutar de la naturaleza, pero encontrarse a una perrita labradora abandonada les significó que tuvieran que cambiar drásticamente de planes.
Ya fue mu extraño encontrarse a un perro en el lugar y la altura a la que habían subido. Pero esto fue secundario cuando notaron el mal estado en el que se encontraba el animal. Haciéndole una rápida revisión, descartaron que estuviera herida. Pero el cansancio que exhibía, causado probablemente por haber comido poco o nada en varios días, así como la cantidad y envergadura del frío al que había sido expuesta, significaban que estaba extremadamente debilitada.
Al tratar de ayudarle, Jean-Francois Bonnet y Ciara Nolan notaron que la perrita no podía caminar.
Optaron por intentar llevarla en brazos, pero el sistema no era eficiente: aun estaban a cinco horas de distancia y un poco más de 10 kilómetros de cualquier lugar donde le podrían prestar ayuda. Usando una bufanda como cabestrillo, la pareja logró fabricar una suerte de camilla, con la que consiguieron soportar el peso del animal.
Para que la perrita no sufriera, también la equiparon con la chaqueta que habían traído de repuesto.
Al lograr llegar a su casa, Jean-Francois Bonnet y Ciara Nolan le dieron comida y pusieron a la perrita frente a una estufa. Al contactar a las autoridades, descubrieron que la perrita tenía dueño. La Erina O’Shea Goetelen dueña del perrito, contó su experiencia a Irish Times:
“Cuando llegó a casa, estaba un poco apagada. Creo que sufrió estrés postraumático durante las primeras horas. Durmió junto a la cama de mi hijo, cosa que normalmente no hace. Ella está moviendo la cola aquí. No se diría que le pasa nada, aparte de su peso. Está tumbada en su cesta y está muy feliz y contenta. Está acurrucada en su cama durmiendo, pero se levanta de vez en cuando para darse un masaje. Levanta la cabeza para mirarnos.”
–Erina O’Shea Goetelen para Irish Times–
Una bonita historia, facilitada tanto por el azar como por la bondad.