La dueña de este centro cuida, abraza, da cariño y hace recuperar la confianza a los caballos sobrevivientes, gastando cerca de 2.000 euros mensuales en su mantención.
Sarah Gillet Hourriez es una de esas personas que nos puede devolver la fe en los buenos actos humanos, ya que se ha convertido en la salvadora de varios caballos que estuvieron a punto de ser dañados, ellos estaban destinados al matadero, y decidió darles una nueva vida en su club ecuestre “La Petite Licorne” (El Pequeño Unicornio).
Kiowa, una yegua de color blanco, fue una de las rescatadas de “La Petite Licorne”, hace siete años. Fue utilizada como un carrusel en un circo, pasaba dando vuelta en torno a un poste con niños en su espalda. Al llegar al club ecuestre de Sarah, sufrió una hernia, un ojo ciego y una gran cantidad de heridas que no fueran tratadas, y que hoy en día la dejaron cicatrices.
Lo positivo es que hoy Kiowa se convirtió en alguien diferente.
La dedicación siempre ha estado presente, Guillet ha respondido cada llamada de rescate, y les ha devuelto su cuidado, abrazo, cariño y confianza a los animales supervivientes.
Sin embargo, no es algo barato, cuesta dinero, la última vez, llegó un caballo dañado con herida en masa durante una carrera. Ella dice específicamente que “el caballo no es una herramienta, sino un compañero”, y claramente los ama, ya que gasta todos los meses alrededor de 2000 euros (2385 USD) para salvarlos.
Sarah no ha perdido la oportunidad de transmitir esta pasión y respeto que tiene por los caballos a los jinetes más jóvenes del club, realizando cursos de equitación con los equinos que todavía tienen la capacidad. Insiste en que hay que cuidarlos, debido a que son seres vivos, y no un objeto o una figurilla.
Tristemente, ya no puede recibir nuevos caballos en “La Petite Licorne”, lo que no excluye que reciba solicitudes de rescate todos los días.
Esperemos que Sarah pueda volver a recibir a caballos, ya que les está dando una vida digna.