Creo que fue amor a primera vista.
Esta historia me encanta por dos cosas: porque es muy rara y porque la protagonista, una perra bulldog francés llamada Sophie, usa una pijama de puntos blancos. Sophie tiene dos años y medio y vive en Seattle con su dueña Emily Ikeda. Para celebrar las fiestas navideñas con la familia de Emily, decidieron ir a Los Ángeles por un fin de semana. Allí, esta adorable bulldog vio algo que cambió su vida por completo: una pecera. Al parecer, Sophie nunca había visto un pez en su corta vida, así que se obsesionó…Se obsesionó tanto que estuvo todo el fin de semana mirando la pecera y nada, absolutamente nada hizo que ella dejara de observar.
Como si su vida dependiera de eso, Sophie se sentó al frente por horas y días. Sin importar lo que pasara, ella se negaba a abandonar la pecera.
“Intentamos encerrarla en la cocina para que comiera (una vez en la mañana y una vez en la noche), pero ella sólo se sentaba en la puerta hasta que la dejábamos salir. Si había mucho silencio en la casa, ella daba una vuelta para asegurarse de que todos estuviéramos y después regresaba directo a la pecera”.
-Ikeda-
Intentaron cubrir el tanque, pero no sirvió de nada. Ella no se cansaba.
Lo más tierno es que ni siquiera quería hacerle daño a los peces. Se sentía más que satisfecha sólo con verlos.
“A veces estiraba su cuello como intentando descifrar cómo podría entrar, pero nunca intentó nada más que olfatear un poco el tanque con su nariz”.
-Ikeda-
¿Amor u obsesión?