No irá a ningún lado sin su nueva familia.
Yogi es el nombre de este tierno y hermoso ternero, quien – como la mayoría de crías de vaca macho que nacen en la industria- fue separado de su madre a muy temprana edad. Como este bebé no puede producir leche, la única labor que le quedaba era ser vendido para su posterior consumo.

Pero, al parecer, ese no era el destino que la vida le tenía preparado a Yogi…

Cuando fue puesto a la venta, llegó un chico universitario quien lo vio tan pequeño e indefenso que no dejó que alguien se llevara a Yogi para comérselo.
Entonces, para salvarlo, decidió comprarlo junto con otra cría de vaca llamada Boo Boo.
Inmediatamente los subió a la parte trasera de su carro, ya que no tenía otra forma de transportarlos. Visitó granja por granja, en búsqueda de alguna familia que quisiera cuidarlos y adoptarlos.
Finalmente, llegó hasta el santuario “Funny Farm” en Nueva Jersey donde adoptaron a ambas crías.
Para suerte de Boo Boo una familia lo adoptó un par de días de su llegada y ahora vive en una granja de 200 hectáreas por las que podrá caminar libre el resto de su vida.
Yogi, en tanto, quedó viviendo en el santuario…
En su nuevo hogar, este ternero subió de peso y cada vez se hace más grande. Y no tan sólo se ganó el corazón de los humanos, sino que también de todos los animales que viven en el lugar…

Se hizo mejor amigo de Farley, un pastor australiano y Germán, un pastor alemán.

Yogi vive una vida feliz en compañía de sus amigos y ciertamente ya no va se irá a ningún lugar sin su nueva familia de humanos y animales.


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